miércoles, 18 de agosto de 2010

El poso del olvido


Todo encuentro encierra en su seno 
una despedida.
Joshua Naraim


Hay momentos en que me invade la tristeza. Creo que somos viejos amigos aunque últimamente me visita poco. Pero como los viejos amigos siempre está ahí presta a echarme una mano, aún cuando no la necesite.
A veces conversamos con amargura, otras con filosofía y casi siempre con cariño. La tristeza y la alegría van en el mismo saco y uno de esos sacos soy yo.
Lo malo de la tristeza no es que nos visite, sino engancharnos a ella.
Pero también tiene algo positivo: es inspiradora de bellos y creativos poemas. Os comparto uno, de Julio Llamazares de su libro "La lentitud de los bueyes" que expresa muy bien este sentimiento:


De vez en vez, la tristeza.


No esa tristeza dulce y húmeda que empaña los cristales en las tardes de invierno.


Me refiero a la tristeza que amarga en la lengua. Hablo de la tristeza que madura lentamente en el panal del corazón.


De pronto nos inunda como la luz de un farol negro. Como el ladrón que nos aborda en un recodo del camino.


Amarga por lo antigua y por lo intensa. Quema como resina vertida en el dolor.


Es la tristeza que queda como poso del olvido.

2 comentarios:

gaia07 dijo...

Tristeza y alegría en el mismo saco. Bien. Y en igual cantidad, mitad y mitad. Claro.
Lo que hace que tu existencia transcurra más tiempo en una mitad que en otra diferenciándolas tanto, son las pasiones, las que te llevan de la placentera alegría a la amarga tristeza. Hasta hay quién dice que si no has amado apasionadamente no has vivido.

Agitar el saco hasta conseguir una emulsión de ambas, dulzura con uno mismo y con los demás, regular los deseos y los pensamientos, acomodarse a la naturaleza que mejor se adapte a cada uno, meditación justa, acción prudente, comportamiento temperante, yo digo, amar apasionadamente en la mitad del saco para caer en la amargura cuando se desnivela (el camino no siempre es llano), no es vivir.
Ni demasiado, ni demasiado poco. Lo justo, pasión mientras haya llama, ternura en los rescoldos, simiente en la ceniza, reconocerlos desde el principio, saborearlos en sus estancias, y pasar a la siguiente con lo mejor de cada una en el alma.

¿Quedan besos de chocolate y vainilla en tu caja?

Joshua Naraim dijo...

En alguna ocasión he definido la felicidad como un estado transitorio cuyo futuro no presagia nada bueno.

Si siempre estuviéramos alegres, ese estado tendería a desaparecer y sería lo normal y se establecería como alegre un estado de mayor alegría, por expresarlo de alguna forma. Lo mismo le pasa a la tristeza. Es por ello, que los pobres, pueden ser felices en su pobreza y los ricos, sufrir, a pesar de su sobreabundancia.

Por eso, en ocasiones me oirás decir que no persigo la felicidad, sino la armonía y el equilibrio.

En la caja de besos,hay ósculos de todos los colores y todos sabores como puedas imaginar y, además, no se gastan, cuántos más das, más tienes.

Un beso a elegir.

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