viernes, 9 de julio de 2004

La conciencia y el motor de inyección

Reconozco que soy poco comunicativo y que a primera vista no inspiro mucha confianza ni parece que merezca la pena cambiar dos palabras conmigo. No sé contar chistes, bailo cada mes y medio las sobras de una balada y a ratos presiento en mi espíritu ese estado de mecánica emoción que a muchos reclusos les ayuda a llorar con la mente en blanco. Por acumulación de indiferencia he llegado a no sentir las emociones que antes me embargaban y las he sustituido por sensaciones mucho mas fuertes y descarnadas que me disuaden de compartirlas con alguien. El cansancio vital y el escepticismo me han llevado a imaginar la felicidad como un hecho cruel y paradójico, igual que si contemplase impasible a una hermosa mujer sin alma pariendo en un féretro con las piernas cruzadas. Hay ocasiones en las que la literatura me permite narrar esos estados de ánimo, pero muchas madrugadas me invade una extraña y paralizante obcecación y entonces creo que solo podría expresarme a puñetazos. "Sabes, nena? Me angustia desconocer el origen y el destino del hombre, la composición química de la conciencia y el motor diésel de inyección, con lo cual he decidido afrontar el resto de mi existencia haciendo los méritos justos para no llegar a hombros al cementerio. De niño leí a Proust y a Voltaire, a Shakespeare y a Malarmé, a O´Neill, a Soroyan, a Steimbeck y a Williams, sin olvidar a Turguenev, a Pasternak y a todos esos rusos llenos de caspa y remordimiento, pero con el tiempo he descubierto que la lectura sirve de poco si a la postre vives rodeado de personas cuyo techo intelectual es presumir de quince maneras distintas de estropear la merluza". Ella se me quedó mirando antes de opinar: "Yo no me complico tanto la vida. Me conformo con leer los prospectos de L´Oreal y acertar con un champú que me desengrase el pelo y sirva para limpiar la tapicería del coche". "¿Y el destino del hombre?¿Y los límites de la conciencia, nena?¿Qué hay del precio de la palabra y del valor del silencio?". "No me rompo la cabeza con eso, cielo. Para sobrevivir sólo necesito conocer el horario de los autobuses. ¿Crees sinceramente que importa mucho saber si tienen vértigo las moscas comunes?". A mi amiga M. le traen sin cuidado mis inquietudes existenciales, las angustiosas dudas espirituales, la transformación de la esperanza en resignación. A mi amiga M. lo que le importa de un hombre es que tenga el culo duro y dinero para churrasco y pimientos. Por eso me siento incomunicado. No puedo abrirme con alguien incapaz de leer a Bukowski sin haber hervido antes el libro. Reconozco que a veces me acuesto con ella, pero creo que lo hago para descifrar los misterios del motor diésel de inyección.

Jose Luis Alvite

jueves, 8 de julio de 2004

Deseos

Como bellos cuerpos que la muerte tomara en juventud
y hoy yacen, bajo lágrimas, en mausoleos espléndidos,
coronados de rosas y a sus pies jazmines-
así aquellos deseos de una hora
que no fue satisfecha; los que nunca gozaron
el placer de una noche, o una radiante amanecida.

Konstantino Kavafis

viernes, 2 de julio de 2004

Murallas

Sin consideración, sin piedad, sin pudor
en torno mío han levantado altas y sólidas murallas.

Y ahora permanezco aquí en mi soledad.
Meditando en mi destino: la suerte roe mi espíritu:

tanto como tenía que hacer.
Cómo no advertí que levantaban esos muros.

No escuché trabajar a los obreros ni sus voces.
Silenciosamente me tapiaron el mundo.

Constantino Kavafis
Traducción: José María Alvarez

jueves, 1 de julio de 2004

Emociones



Recordando a “Gioqui”

Ayer asistí a una exposición que recoge obras pertenecientes a dos de las series de grabados: La conquista de Méjico y Emociones, de Oswaldo Guayasamín.

Mi estima por Oswaldo como persona y como artista, proviene del hecho de haber compartido una amiga común, ecuatoriana como él: Gioconda se llamaba, “Gioqui” para los amigos. Una bella mujer que se caso con un buen amigo, pero que murió prematuramente, víctima de una infección a la sangre, en lo mejor de su vida.

Fueron muchas las emociones y los recuerdos que me produjo ésta exposición que contemple con los ojos empañados y la piel erizada.

La obra de Oswaldo Guayasamín nos presenta unos rostros que se reducen a unos pocos rasgos, como tallados a golpes. Rostros sin mirada y cuerpos encogidos que expresan la perpetua agonía del ser humano.

Pero a esa agonía Guayasamín nos opone la ternura de la mano de los colores intensos que acompañan a sus protagonistas: azules, ocres o grises aportan la luz necesaria para hacer llevadero tanto dolor.

El hilo conductor dentro de la obra de este gran muralista es la incontenible fuerza de las manos, manos de oración, de esperanza, de grito, crispadas, cerradas o extendidas, que sugieren la fe del hombre en la esperanza cuando el rostro o el cuerpo no expresan sino su condena.

“A pesar de las miradas heridas de muerte, esas manos vivien y profieren el último grito que puede salvarlo todo. El secreto de Gayasamín consiste en haber sabido crear, a partir de esos gritos frágiles, ambientes poderosos y apasionantes en los que se reconocen los gritos de la humanidad.” (Jeanine Barón)

Gracias a Internet os invito a ver esta exposición casi tal y cual la ví.

La introducción y presentación de la exposición comienza con estas palabras de Pablo Neruda:

Los nombres de Orozco, Rivera, Portinary, Tampayo y Guayasamín
forman la estructura andina del continente. Son altos abundantes, crispados y ferruginosos.
Caen a veces como desprendimientos o se mantienen naturalmente elevados,
unidos territorialmente por la tierra y por la sangre a la profundidad indígena.

(…) Guayasamín es uno de los últimos cruzados del imaginismo;
su corazón es nutricio y figurativo; esta lleno de criaturas, de dolores terrestres,
de personas agobiadas, de torturas y de signos. Es un creador del hombre más espacioso;
de figuras de vid; de la imaginación histórica.

Yo le tengo en mi santoral de santos militares, aguerridos, jugándose siempre el todo por el todo en su pintura.
Las modas pasan por su cabeza como nubecillas, nunca le aterrorizaron.

Presento, y es mucho honor para mí, a este pintor germinativo y esencial,
Seguro de que su universo puede sostenerse aunque nos amenace con un derrumbe cósmico.
Pensemos antes de entrar en su pintura porque después no nos será fácil volver.


Los 20 grabados que componen la exposición en su serie emociones podéis contemplarlas en la siguiente página:

http://www.arteosma.com/guayasamin/index.htm

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails