lunes, 30 de abril de 2007

Distintos



¿Será quizás el amor un estado del fuego?
Marina Tsvietáieva

Se tuvieron que conocer en un accidente. No tenían nada en común. Él, alto. Ella, baja. Él, barbudo. Ella, riquiña. Él, sin un duro. Ella, con su hucha de niña.
Los gustos eran tan dispares que más que gustos parecían disgustos. Si los ves juntos nunca pensarías que son pareja. Él viste como si Che Guevara siguiese vivo. Ella, como si en el mundo sólo hubiese boutiques. Nadie daría ni un céntimo de euro por ellos. A ella le nace un sol de risa en la boca cada dos segundos. Él no se toma de broma ni un chiste. Él cree que el mundo es un desastre. A ella los conflitos planetarios le dan igual. Sólo le interesa ser feliz de la mañana a la noche. El es incapaz de ir de un sitio a otro en línea recta. Ella es especialista en recorrer las distancias más cortas. Él cree que en el trabajo están conjurados contra su persona. Ella es el alma de su empresa, mejor que comprar flores cada día. A él le encanta el cine húngaro con subtítulos en croata. A ella le van las comedias ligeras y odia los subtítulos. Él nunca lee un libro de menos de seiscientas páginas. Se los estudia. A ella le encantan las revistas en la peluquería.

Nadie daba ni la hora por ellos, pero llevan años juntos. Misterios del amor.
César Casal

domingo, 29 de abril de 2007

Decisiones difíciles, momentos espinosos

Desde la distancia y el silencio
el más tierno de mis abrazos:
para Mar,
en sus decisiones difíciles;
y para Indah,
en sus momentos espinosos.
Ambas logran hacerme atravesar
la oscura liviandad del horizonte.
Joshua Naraim


Fluías en la oscuridad; era más suave que existir.

Ahora, cuando una lágrima demasiado viva podría herir tu rostro,

vas cautelosa hacía ti misma.

(De Esta Luz.Antonio Gamoneda)



LA CANCION DESESPERADA


Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.

Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado !

Sobre mi corazón llueven frías corolas.
Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos !

En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.

Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio !

Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.

Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio !

En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio !

Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio !

Hice retroceder la muralla de sombra.
anduve más allá del deseo y del acto.

Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.

Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un vaso.

Era la negra, negra soledad de las islas,
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.

Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.

Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme
en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!

Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.

Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún los racimos arden picoteados de pájaros.

Oh la boca mordida, oh los besados miembros,
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.

Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo
en que nos anudamos y nos desesperamos.

Y la ternura, leve como el agua y la harina.
Y la palabra apenas comenzada en los labios.

Ése fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!

Oh sentina de escombros, en ti todo caía,
qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron.

De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste
de pie como un marino en la proa de un barco.

Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.

Pálido buzo ciego, desventurado hondero,
descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!

Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario.

El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.

Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.

Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.

Es la hora de partir. Oh abandonado !

Pablo Nerura

miércoles, 25 de abril de 2007

...



Puse mis manos en un rostro y las retiré heridas por el amor.
Ahora,

el olvido acaricia mis manos.

(De Arden las pérdidas. Antonio Gamoneda)

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