sábado, 15 de diciembre de 2012

Anastasis


El tiempo no nos permite olvidar,
pero si soltar y seguir.
Lyan

Anastasis

No estaba muerto, tampoco vivo.

Congelado en un frío de ausencias,
con heridas de cuchillos invisibles,
abandonado al desánimo,
me quedé dormido.

Entonces, tras un largo y pesado sueño
la lucidez del desencanto me recuerda:

Que no hay que  llorar las pérdidas,
 porque lo único que puede perderse es lo irreal.

Que cuando todo lo pierdes
 lo real permanece.

Que en los escombros de de devastación y el desastre
están enterrados tesoros ocultos.

Que el amor más puro se encuentra donde menos se espera...
en el desapego.

Y que jamás 
hay que tomar decisiones permanentes...
sobre emociones temporales

Joshua Naraim

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