El tiempo no nos permite olvidar,
pero si soltar y seguir.
Lyan
Anastasis
No estaba muerto, tampoco vivo.
Congelado en un frío de ausencias,
con heridas de cuchillos invisibles,
abandonado al desánimo,
me quedé dormido.
Entonces, tras un largo y pesado sueño
la lucidez del desencanto me recuerda:
Que no hay que llorar las pérdidas,
porque lo único que puede perderse es lo irreal.
Que cuando todo lo pierdes
lo real permanece.
Que en los escombros de de devastación y el desastre
están enterrados tesoros ocultos.
Que el amor más puro se encuentra donde menos se espera...
en el desapego.
Y que jamás
hay que tomar decisiones permanentes...
sobre emociones temporales
Joshua Naraim