lunes, 2 de agosto de 2010

Dependencia emocional


Ya no importa como llegamos hasta aquí, si uno fue ingenuo y otro se la pasó hipnotizado por cuentas de colores. No hay quien vuelva la vista atrás y se absuelva de caminos no recorridos, de camas no conquistadas, de la imperdonable torpeza con la que vivíamos el presente. Pero ahora da igual, porque la senda se bifurca y todo esto que recorremos sin pensar no lo habremos vivido hasta que podamos recontar la historia.
Las estaciones tibias, el olor a limpio, las noches en el hogar; la lluvia en la cara, los cuerpos de paso, la casa sobre arena: dos veredas como dos vías de condenación, mística que adormece, áscetica que consume. Pero el camino a veces tiene posadas o un lugar donde acampar, donde descansar a la llegada del crepúsculo y compartir alguna pócima que confunda los sentidos.

Autor: Zoldado



¡Vivimos una epidemia de amor patológico! Las consultas se llenan de pacientes cuya dependencia afectiva les perjudica. Estas dependencias patológicas pueden acabar en violencia doméstica entre quienes aseguran estar enamorados.


–¿Por qué tanto sufrimiento?


–Porque no hemos sido educados para discernir nuestros afectos y evitar que el sano amor constructivo se convierta en oscura dependencia enfermiza. En cambio, se promueve un amor papanatas y dependiente que sirve para aleccionar el consumismo...


–El amor que vende flores y colonias.


–Se exalta ese concepto judeocristiano del amor puro “a cambio de nada” que hace mucho daño. ¡El amor siempre es recíproco! Nunca es a cambio de nada. Si a usted no le corresponden claramente en una relación... ¡salga corriendo!


–¿Cómo sé que mi amor, tan bonito, ha empezado a ser patológico?


–El buen amor se degrada hasta la dependencia patológica con una dinámica igual a la de cualquier adicción: igual que la copita de vino tan sana al mediodía puede convertirse sin autocontrol en el alcoholismo infernal que te destruye.


–Es una droga.


–Exacto. El amor tiene efectos bioquímicos ya estudiados y por eso ante ese amor patológico yo aplico la misma terapia cognoscitiva que ante una drogodependencia.


–¿Cuál es el primer síntoma del mal amor?


–Es la dignidad. Si pierdes tu dignidad por amor a alguien, dejas de ser un enamorado para ser un enfermo. Si estás dispuesto a negociar tus principios por lo que crees que es amor, pierdes la autoestima.


–¿Eso incluye arrodillarse, espiar, perseguir, implorar...?


–Sí. Pero no es tan difícil darte cuenta del problema como afrontarlo. Los pacientes se saben enfermos y suelen decirme: “Me estoy autodestruyendo, lo sé; pero es que yo quiero a esa persona más que a mí mismo”.


–Eso lo diría un drogadicto.


–Es que ese paciente, en cuanto se le aparta de la persona amada, que es su fuente de gratificación bioquímica, presenta un cuadro típico de síndrome de abstinencia: estrés, depresión y ansiedad. Para no perder esa gratificación hará cualquier cosa.


–¿Cómo combatir ese cuadro?


–Con valores éticos. Tenemos que reprogramar al paciente. Yo no puedo hacer que no le guste una droga o que deje de amar a la persona equivocada, pero juntos él y yo conseguiremos que sea consciente de que esa relación le quita más de lo que le da.


–¿La ética es la medicina?


–Sí. Luego ayudo al paciente a recuperar sus valores: los que comparte con todo ser humano y los personales, porque precisamente nos solemos enamorar de las personas que compensan nuestras carencias.


–Tiene su lógica...


–El hombre débil se enamora de la mujer fuerte o al revés. Así que la ruptura nos desequilibra. Para empezar a recuperar la dignidad, les recuerdo los cuatro universales éticos apuntados por los neodarwinistas.


–A saber...


–Con Kant proclamaremos que cada uno de nosotros es un fin en sí mismo. No podemos ser el medio para que otra persona, por mucho que creamos que la amamos, nos utilice para sus propios objetivos.


–Bien dicho.


–Segundo: reforzaremos nuestra autonomía y autodeterminación. No sea esa señora enamorada que pide permiso a su marido para estudiar y él, tan bueno, se lo da.


–Las decisiones las tomaré yo solito.


–Sí. Aprenda a vivir por usted mismo. No espere que ella o él arreglen su vida. Sus problemas se los soluciona usted.


–Quedan dos universales.


–Debe ser usted valorado por sus méritos personales y no por su dinero, su cuerpo o su posición. Y tiene derecho a la ternura: ser reconocido como un igual válido en la interlocución afectiva en toda su integridad.


–¿Cómo empezar la desintoxicación?


–No funciona el desengancharse “poquito a poco”. A esa relación dañina y a esa persona tiene que dejarla del todo; tiene que dejarla de golpe y tiene que dejarla para siempre...


–¡Valor!


–Sí, porque la lucha es larga y cuanto más tiempo de “enganche”, más difícil.


–¿Y volver a sus brazos otra vez?


–¡Nooooo! No hay vuelta atrás. Esa relación acabó porque le perjudicaba a usted y no tiene arreglo. Elimine la tentación de la autoculpabilidad: usted no puede cambiar a quien no le quiere y que no le quiera no es culpa suya. Me vienen señoras con un brazo roto por el marido que aún creen que podían haber ofrecido el otro y salvar la relación.


–Ni sin amor ni con él hay descanso.


–Lo hay. ¡Abra su espíritu! Explore el mundo: disperse sus gratificaciones en el universo que es más grande que su pequeño amorcito y que puede darle mucho más que él.


–Es fácil decirlo...


–Lo sé. Ese periodo suele llevar seis meses al menos. Hágase cargo de usted mismo. Desarrolle su autocontrol: crezca. Aumente su resistencia afectiva a la frustración. Aprenda a sufrir y acepte que el mundo no gira alrededor de su corazón.


–¡Qué pena!


Es normal que en su vida le rechacen alguna vez incluso quienes le amaron. Acéptelo y eso le hará ser mejor. Aprenda a perder.


–Tomo triste, pero esperanzada nota.


–Y asuma, en fin, que el amor no es para siempre. Quien le engañó jurándole lo contrario le quería inmaduro de por vida.


Fuente: La Vanguardia (12/05/2004)

6 comentarios:

gaia07 dijo...

Es cierto que decir que amar es querer sin esperar nada, no es buen consejo para las personas que se vuelven adictas a otras. También lo es que todo viene como consecuencia de la mala educación en la que estamos imbuidos desde hace siglos.

Pero no es menos cierto que en ese aprendizaje de autogestión de tu propia vida, el sufrimiento es parte vital para aprender a amar y a vivir. Solo cuando lo has padecido puedes evitarlo.

Me encanta verte tan prolífico Joshua.
Un abrazo

Joshua Naraim dijo...

...el sufrimiento es parte vital para aprender a amar y a vivir, dices.
Ya tengo muchas cicatrices, pero he vivido tiempos mejores, Gaia, es más, mira si soy optimista que espero estar viviendo los peores momentos del resto de mis días, que pretendo sean numerosos. Después de un año en paro, tras veinticinco de trabajo duro y leal, no agradecido, con algún problema sentimental a cuestas -espero que transitorio-, y con la economía no muy boyante, uno trata de mantener la cordura, el entusiasmo, la serenidad y la alegría suficientes para seguir respirando y sonriendo.
Escribo este blog para mi mismo, sobre aquello que me interesa y pretendo no olvidar; grito en voz alta, lo que escondo en mi interior, porque mis oídos ya fallan y mi atención a veces se extravía. Y vuestros ecos disipan un poco la soledad y el silencio, tan queridos como odiados por mí al mismo tiempo, que me habitan.
Quizá por ello, y porque, ahora, por suerte o por desgracia, soy dueño de mi tiempo, te parezco tan prolífico.
Un abrazo, Gaia.

panteraenlanoche dijo...

Hola no comentaré el post pero si tu comentario anterior:
vuestros ecos disipan un poco la soledad y el silencio, tan queridos como odiados por mí al mismo tiempo, que me habitan.

La soledad y silencio tan queridos como odiados...creo que hay que saber apreciarlos y si los odias es que tienes demasiada soledad y silencio,supongo que lo ideal es el equilibrio o no, ¿ausencia de soledad y silencio?.
Te invito a ver mi otro blog:
http://panteraenlanoche.blogspot.com
Besos de pantera en la noche.

Joshua Naraim dijo...

Como en todo, Pantera, los matices y los detalles son importantes, pues son los que marcan la diferencia y ponen el acento en su sitio.
Para mi el silencio y la soledad, cuando es voluntaria y requerida, es como el agua para el pez, una necesidad vital. Pero a veces, en determinadas circunstancias, el silencio y la soledad son impuestos, entonces, aunque no me siento como el pez en el aire que se ahoga, percibo la claustrofobia de vivir en una pecera observado por el gato.
En fin, el término "odiados" ha sido una expresión exagerada.
Y por supuesto que lo ideal es el equilibrio, es más, como buscador vital, no persigo la felicidad, sino la armonía.
Acepto tu invitación y te visito.
Un beso

La reina de la miel dijo...

Gracias, porque no está de más, aunque sea la enésima vez que lo leo, que busco leerlo, en estos meses, recordar que no soy culpable de que no me quieran.

Joshua Naraim dijo...

En nuestra mano esta amar, Reina, pero no ser amado. Lo importante, aunque parezca egoísta, es seguir queriéndonos nosotros mismos, y seguir amando. La vida es una sucesión de éxitos y fracasos, de alegrías y tristezas, que hemos de gozar y soportar con equilibrio y sin descomponernos, sabiendo que en ambas circunstancias: no hay tormenta que no escampe, ni noche que no deje paso a un nuevo día.
Un abrazo mi dulce Reina.

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