lunes, 23 de enero de 2006

Tiempo


Vivo siempre en el presente. El futuro, no lo conozco. El pasado, ya no lo tengo. Me pesa el uno como la posibilidad de todo, el otro coma la realidad de nada. No tengo esperanzas ni nostalgias. Conociendo lo que ha sido mi vida hasta hoy –tantas veces y en tantas cosas lo contrario de lo que yo deseaba-, ¿qué puedo presumir de mi vida de mañana, sino que será lo que no presumo, lo que no quiero, lo que me sucede desde fuera, hasta a través de mi voluntad? No tengo nada en mi pasado que recuerde con el deseo inútil de repetirlo. Nunca he sido sino un vestigio y un simulacro de mí. Mi pasado es todo cuanto no he conseguido ser. Ni las sensaciones de los momentos pasados me resultan nostálgicas: lo que se siente exige el momento; pasado éste, hay que volver página y la historia continúa…

Fernando Pessoa

viernes, 20 de enero de 2006

Soberbia




Dice Kary B. Mullis -premio nobel de química en 1993-:

"En el ser humano existe una incorregible arrogancia que favorece una autofascinación por su propia sabiduría; sin embargo, no somos ni medianamente tan inteligentes como soberbiamente nos creemos.

A mi no me disgusta el mundo actual pero debemos reconocer que somos bastante irreflexivos: nos regodeamos en lo listos que somos por haber descubierto el ADN, pero luego no somos capaces de prever lo mejor para nuestra supervivencia como especie, algo que los animales si conocen muy bien."

Quizá seamos inteligentes pero actuamos como estúpidos.
Los hombres somos el cáncer de un planeta llamado Tierra
que esta condenado a morir o matar.
En nuestra soberbia nos creemos libres
y somos esclavos de nuestras propias cadenas,
nos encerramos en jaulas de oro
y gritamos a los cuatro vientos la palabra ¡Libertad!
Los que gozamos de derechos humanos
cerramos los ojos para no ver que nuestros "derechos"
son una falacia que crece y se alimenta
en la desigualdad y en la pobreza de los "sin nada",
que son muchos.
Nos rasgamos las vestiduras por las guerras y los conflitos
consecuencia de nuestros intereses,
de nuestro "status quo"
y, por otro lado,
practicamos a diario la violencia con nuestros seres más cercanos,
de palabra y de obra,
a golpe de blasfemia,
quitándole, en algunos casos la vida,
a esa persona que tanto amabamos o decíamos amar:
¡O mía o de nadie!
A mis años ya no entiendo el significado
de la palabra libertad.
En fin,
nuestra verdad es la mentira que nos creemos
o nos queremos creer,
pero no miramos nuestra sombra porque nos da miedo
e incluso en esos momentos si nos viésemos en un espejo
veríamos reflejado en nuestro rostro
el culo del diablo.
Joshua Naraim

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