sábado, 7 de septiembre de 2013

Caminata


Tu caminata aún no terminó. 

La realidad te acoge diciendo que en adelante el horizonte de la vida necesita de tus palabras y de tu silencio. 

Si mañana tienes pena, acuérdate de la fantasía y sueña con tu propia victoria. 

Victoria que todas las armas del mundo jamás conseguirán obtener, porque es una victoria que surge de la paz y no del resentimiento. 

Es cierto que irás encontrando situaciones difíciles nuevamente, pero tendrás que ver siempre el lado bueno de la lluvia que cae y no la faceta del río que destruye. 

Si no consigues entender que el cielo debe estar dentro de ti, es inútil buscarlo encima de las nubes y al lado de las estrellas. 

Por más que te hayas equivocado y te equivoques, para ti habrá siempre esperanza en el momento en que te des cuenta de tus propios errores. 

Eres joven, atender a quien te llama es bonito, luchar por quien te rechaza es casi llegar a la perfección. 

La juventud requiere de sueños y nutrirse de recuerdos, así como el lecho de los ríos requiere del agua que fluye y el corazón requiere de afecto. 

No hagas del mañana el sinónimo de nunca, ni que el ayer te suponga lo mismo que nunca más. 

Tus pasos quedarán, mira para atrás, pero ve siempre hacia delante, pues hay muchos que necesitan que llegues para poder seguirte.

Charles Chaplin


jueves, 5 de septiembre de 2013

El sonido del silencio


Un día, mientras permanecía inmóvil como siempre en el mismo sitio, un maestro vio aparecer en el horizonte una especie de bola de polvo. Aquella bola se hizo más y más grande y el sheik pronto reconoció a un hombre que se le acercaba corriendo y levantaba una enorme polvareda. 

El hombre, que era joven, llegó hasta el maestro y se postró ante él.
- ¿Qué quieres? 

El joven le contestó: 
- Maestro, he venido desde lejos a oírte tocar el arpa sin cuerdas. 
- Como quieras – le dijo el maestro. 

El santo hombre no varió su postura lo más mínimo. No cogió ningún instrumento, no hizo nada. El maestro y el freviente discípulo permanecieron inmóviles. Tras tres días, el joven dejó percibir, quizá por un gesto, una inclinación o un carraspeo, un incipinte cansancio.

- ¿Qué te pasa? – preguntó el maestro. 

El joven dudó un poco. Comenzó a balbucear algunas palabras. Para poder ayudarlo, el maestro preguntó:
- ¿No has oído nada?
 - No – contestó el joven con voz culpable.
 - Entonces, ¿por qué no me has pedido que tocase más fuerte? 

 Maestro: el sonido está dentro de nosotros, en nuestro corazón. Es cuestión de saber escucharlo. 

Fuente: Cuentos Sufis, la filosofía de lo simple

viernes, 26 de julio de 2013

Galicia chora, eu choro con ela

Foto

 "Galicia chora, eu choro con ela"

Galicia llora. Parece como si las meigas hubieran trabajado toda la noche para teñir de gris un cielo que durante este mes brilló azul y blanco, como la bandera gallega. Cada gota que cae es el reflejo del sentir gallego. No hay coches, ni ruido, ni gente en la calle. Hay silencio y dolor. Mucho dolor. Los gallegos nos hemos quedado mudos. No hay palabras ni explicación. Demasiados muertos. "Sacar a mi novia por favor, ayúdenla, ayúdenla, se mueve. No la dejen ahí por favor". Cuando la sacaron del tren estaba muerta. Era el grito desesperado de un muchacho con la cabeza abierta. A pocos metros el conductor chillaba: "Que no estén muertos, por favor". Así, con voz entrecortada, me lo contó esta mañana una amiga, la novia de uno de los primeros policías nacionales que llegaron a esa maldita curva de la muerte.

Qué caprichoso es el destino. Hoy traigo hasta aquí las que quizás fueron las últimas líneas que el periodista Enrique Beotas escribió sobre el tren hace tan solo un mes en El Correo Gallego. "A mí, que esto del tren me evoca a Eva Marie Saint y Cary Grant Con la muerte en los talones, convirtiendo el vagón restaurante en un coche cama... Porque no hay nada más romántico que el ferrocarril, cuya historia no sólo ha modelado el paisaje del mundo, sino la propia evolución positiva de la humanidad. Y es que el tren nos hace bastante mejores de lo que somos, pues amplía nuestro horizonte. Tan sólo le pondría un "pero": ese justo lamento ante la retirada de las locomotoras a vapor, como la bella Mallard, que rompió en 1938 el record de velocidad. Imagínense qué belleza esperar el tren en la estación de Ourense y verlo llegar envuelto en una nube de humo blanco... Pero seamos prácticos y reconozcamos que, por fortuna para todos, hoy los trenes son más cómodos y más rápidos que nada, han erradicado la carbonilla del ojo ajeno y a la pareja de la Guardia Civil que siempre subía a la altura de Puebla de Sanabria en busca de algún "maquis", convirtiéndolos en nuestros más plácidos compañeros de viaje. En definitiva, que el futuro siempre es mejor, aunque algunos sigamos pensando que la nostalgia tiene algo de nobleza". Querido Enrique, la muerte pisaba tus talones. Aquel 29 de junio el tren era noticia en tu columna, hoy la noticia desgraciadamente eres tú. Tú ibas en ese maldito tren.  Y así ochenta historias más, una por cada muerto.

El 25 de julio, día grande de Galicia, nunca volverá a ser igual. Hoy la historia se escribe con renglones negros. Santiago Apóstol se ha vestido de luto. Solo la solidaridad de los gallegos, y de toda España, es capaz de dar un poco de aire fresco a tanta congoja. "Galicia chora, eu choro con ela".

Autora: Mónica Lázaro

viernes, 12 de julio de 2013

Resiliencia

 ResilienciaCapacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ella.
"Los seres humanos no nacen para siempre el día que sus madres los alumbran,
sino que la vida los obliga a parirse a si mismos una y otra vez".

Gabriel García Márquez.

Una mujer muy sabia despertó una mañana, se miró al espejo y notó que solamente tenía tres cabellos en su cabeza.

“Hmmm”- Pensó. “Creo que hoy me voy a hacer una trenza”.

Así lo hizo y pasó un día maravilloso.

El siguiente día se despertó, se miró al espejo y vió que tenía solamente dos cabellos en su cabeza.

“Hmmm”- Dijo. “Creo que hoy me peinaré con la raya en medio”.

Así lo hizo y pasó un día grandioso.

El siguiente día cuando despertó, se miró al espejo y notó que solamente le quedaba un cabello en su cabeza.

“Bueno”- Dijo ella, “ahora me voy a hacer una cola de caballo”.

Así lo hizo y tuvo un día muy, muy divertido.

A la mañana siguiente cuando despertó, corrió al espejo y enseguida notó que no lo quedaba un solo cabello en la cabeza.

“¡Qué bien! – Exclamó. “¡Hoy no voy a tener que peinarme!”.

jueves, 11 de julio de 2013

Te amaré mejor


Jamás te robaré una madrugada, 
no quiero nada más de ti que vayas
y que vuelvas, y que quieras.

Que no seré el ladrón de tus mañanas, 
no quiero nada más de ti que duermas 
y a mi lado despiertes si quieres. 

Libertad, te quiero en libertad. 
Como nos conocimos recordar. 
Y olvidar la muerte y la soledad. 
Los celos son mentira y yo verdad. 

No recuerdo pasado 
antes de ti... 

Té amaré mejor 
porque mucho y demasiado es un error. 
Y si no mírame 
llorando como un niño contradiciéndome, 
preguntándome 
con quién estarás si vas o no a volver. 
Y durmiéndome 
a solas contigo. 

Jamás te robaré una madrugada, 
Yo no seré el ladrón tus mañanas. 
Jamás te robaré más madrugadas 

Yo no seré el ladrón de tus mañanas.

Fuente: musica.com



martes, 9 de julio de 2013

I am willing to chage




"El camino más largo comienza
con un pequeño paso".
Proverbio chino.

"En la vida no hay soluciones sino fuerzas en marcha,
es necesario crearlas y las soluciones vienen".
Antoine Saint Exupéry.

"Al fin y al cabo, somos lo que hacemos
para cambiar lo que somos".
Ecuardo Galeano


Nota: Las palabras resaltadas contienen enlaces.

jueves, 4 de julio de 2013

I can: "Levántate y anda"


Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo,
da tres vueltas por tu propia casa.    

En algún momento de nuestra existencia la mano de la vida se hace puño y te golpea sin piedad, quizá sin odio, pero casi siempre por sorpresa. Entonces, como decía, José Agustín Goitisolo en sus Palabras para Julia:

” ya no puedes volver atrás 
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable… “

Y te sientes acorralado, perdido o solo y tal vez querrías no haber nacido.

La realidad te desborda y la niegas. Y, entonces, incapaz de reconocer la nueva situación agregas al dolor: ansiedad, frustración y miedo; sentimientos que te llevan inexorablemente a la desesperanza.

Cuando llegas a aceptar el nuevo estado,  lo crees  injusto  y te conviertes en fuente de rencor y de reproche, contra ti y contra los demás.

Los heridos del odio: los seres más queridos, los  amigos más cercanos.

Por fin,  llega la depresión, no ves la luz al final del túnel y la esperanza se desvanece y la paciencia se impacienta.

Entonces, tocas fondo y aceptas  la realidad tal y como es, te desprendes de un pasado que nunca  volverá, dejas a un lado los sentimientos negativos, recobras la calma y retomas el camino al horizonte, ese al que nunca llegarás pero que guía tus pasos…

 …y vuelves a escuchar la voz de José Agustín, acompañándote:
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio

Y recuerdas cuando Javier Lostalé  te decía:

“Todos vivimos en la frontera, a un paso de la felicidad
 y a otro del abandono y el desamparo"


Joshua Naraim

sábado, 29 de junio de 2013

Invisible



Hay que cuidar lo que sueñas, 
no siempre es como imaginamos.

El niño soñaba con ser invisible, 
invisible a los ojos de las personas...

...pasaron los años, muchos,
y el sueño se hizo realidad...

...pero el espejo sigue reflejándole.

Joshua Naraim

jueves, 27 de junio de 2013

Siento el crepúsculo en mis manos


Siento el crepúsculo en mis manos. Llega a través del laurel enfermo. Yo no quiero pensar ni ser amado ni ser feliz ni recordar.

Sólo quiero sentir esta luz en mis manos

y desconocer todos los rostros y que las canciones dejen de pesar en mi corazón
y que los pájaros pasen ante mis ojos y yo no advierta que se han ido.

Hay

grietas y sombras en paredes blancas y pronto habrá más grietas y más sombras y finalmente no habrá paredes blancas.

Es la vejez. Fluye en mis venas como agua atravesada por gemidos. Van

a cesar todas las preguntas. Un sol tardío pesa en mis manos inmóviles y a mi quietud vienen a la vez suavemente, como una sola sustancia, el pensamiento y su desaparición.

Es la agonía y la serenidad.

Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo. En cualquier caso, ya

la única sabiduría es el olvido.


Antonio Gamoneda. “Arden las pérdidas”

martes, 25 de junio de 2013

Si serenases tu pensamiento

Fotografía en B/N Paco Soler. www.http://solerpaco.blogspot.com.es/

Si serenases
tu pensamiento, si pudieses
detenerte y pensar,
mirar en torno, tocar las cosas
entre las que pasas,
acaso
te sería más sencillo reconocer
rostros, no sé, lugares
gentes
que hablen tu mismo idioma y te comprendan.

Si fueses
capaz de hallar un sitio donde echarte
boca abajo, y cerrar
los ojos,
y mirar, despacio, dentro de tu
vida,
quizá
te resultase fácil averiguar
algo, saber
a qué lugares quieres
ir, de dónde vienes,
para qué estás aquí,
cual es tu nombre.

Pero el tiempo no existe,
y tienes prisa:
no hay sitio para ti en el descampado,
donde habitas,
el llanto
puede llegar de pronto, la luz cae
en la sombra - casi
invierno,
el otoño se vuelve lluvia y frío -
nadie mira hacia tí, anda,
apresúrate,
tu cuerpo fatigado necesita
descanso,
es ya de noche,
corre,
aquí tampoco,
es preciso llegar, no
te detengas,

sigue buscando, muévete, camina.

Ángel González

sábado, 15 de junio de 2013

INVIERNO EN PRIMAVERA


Hoy siento pudor.
Aun así, impúdico,
miro mi desnudez en el espejo,
más no me hallo.
La luz está apagada y la noche es profunda.
Hace frío y me falta tu abrazo y tu voz.

Cuarenta y cinco de mayo, la primavera se resiste a visitarnos. Los habitantes de la ciudad se dibujan todavía con colores de otoño y a los jóvenes no les llega la alegría al cuerpo con tanto paro, tanta desazón y tan poco futuro.

Transito una edad difícil, demasiado joven para ser viejo y demasiado viejo para ser joven.

De salud, no puedo quejarme. Se puede decir que estoy bien en general y mal en los detalles: que si el colesterol, que si la hipertensión, que si la artrosis en la cadera y el desgaste en las rodillas, que si te sangran las encías o cada día ves y oyes un poco menos. Tozudo, sigo practicando mi deporte favorito, el baloncesto, y, ahora, mis rivales y compañeros son los hijos de los que fueron mis rivales y compañeros hace ya más de treinta años. Ellos poseen la juventud, la agilidad, la velocidad, la fuerza y el salto; a mí me queda la ilusión, la experiencia, la técnica y la sabiduría de aprovechar el equipo; y uno se da cuenta de que, como en la vida, los jóvenes pueden y no saben, mientras que los viejos saben y no pueden. Cada día van ganando posiciones otras actividades menos violentas como la meditación, el yoga y la poesía.

Del dinero, mejor no hablar, podría decirse que soy el reflejo, en un pequeño espejo, de este país dónde la gravedad hace que el dinero caiga hacia arriba y la mierda hacia abajo. Mi particular prima de riesgo, de acabar pidiendo en la puerta de una iglesia y comiendo en un comedor social, se dispara. El déficit se agudiza, y sin un trabajo remunerado, se transforma en crónico. Cuando frisas la sesentena un trabajo y un sueño son la misma cosa. ¡Mejor no despertarse! Los ahorros se los llevaron un par de amigos que eran como hermanos, el resto una entidad financiera, todavía en juicio. La esperanza de recuperación, en el mejor de los casos: un 10%, unos 3.000 €.

Y el amor… El amor como casi siempre, en estas circunstancias, desaparecido en combate. De joven y durante muchos años creí: “que lo que queremos nos quiere aunque no quiera querernos...” Ahora cercano a los sesenta, cuando el escepticismo sienta bien y ayuda a sobrevivir, me doy cuenta que a esa creencia le faltaba el final: “…mientras interesa”. En fin, el desprecio, aún con silencio y con buenos modos, es una forma dura de descubrir que no te aman, que probablemente nunca te han amado, aunque tuvieras la creencia y la certeza de todo lo contrario.

Bajo la lucidez del desengaño, siento que la vida es una mierda, ahora… pero también sé que es un privilegio, y que tenemos el deber de vivirla y lucharla aunque sea invierno en primavera.

Joshua Naraim



viernes, 14 de junio de 2013

La pérdida



Silvia Pérez Cruz y Javier Colina: "En la imaginación"


LA PÉRDIDA

Rabia. Me mordería por dentro. Me arrancaría el alma. Frases hechas. Todas las preguntas que te hicieron y que hiciste a las que no sabes responder. Sentimientos que se agolpan y te revuelven por dentro. Gravedad cero e incluso menos veinte. Miles de posibilidades, engaños e historias escondidas que no eres capaz de expresar. Los anuncios de televisión y los silencios de tus amigos y las canciones que siempre odiaste hablan de ti. Incomodidad. Algunas noches hay pastillas. Algunas mañanas también. El vacío es negro y está lleno de miedo. Te obligan a ser fuerte, la recomposición es una orden, sobrevivir un mandato. Y tú sólo puedes pensar en el sinsentido que te ha sorprendido y te ha zarandeado. Con lo claro que estaba todo. Ya no te admiran. Ya no eres necesaria. Ya no quieren tocarte. La pérdida idealiza y sobredimensiona detalles que quizá no supiste apreciar. Ahora puedes sentirlos aunque ya no están. Estás sola. Quieres gritar y no sabes cómo porque nunca te han enseñado qué hacer con ese dolor que te parte en dos y que te separa del resto. El resto. El otro. Te miran cuando paseas. Saben lo que ocurre dentro de ti. Aún así algunos quieren follarte. Puedes verlo. Pueden verlo: tu interior. Lo que escondes con tanto mimo. Sabes multiplicar y sumar e insultar y defenderte pero no sabes parar de llorar. La rabia de nuevo, lanzada contra mi misma, contra los demás, queriendo destrozar lo que no llego a comprender. Minutos sin tiempo, horas difusas. Tumbada. Expectante. Vergüenza como un nuevo apellido. Caminas sobre cristales, llena de inseguridad y amenazas que no comprendes pero que sientes en el vientre. Es tu piel la que habla, hace días que te quedaste sin voz. Son tus ojos, los mismos que escondes para que no puedan leer tu sufrimiento. Quizás me haga un nuevo tatuaje con mi nombre en letras grandes, para poder recordar quién soy. Hay un perro en tu vecindario que menea la cola encantado ante tantos estímulos y tú le envidias por ser capaz de alegrarse ante las sorpresas. Tú también quieres una caricia de una mano que ya no está. De una mano que fue tuya. Hace días que sudas. Te sientes pegajosa. No pongas tanto cuidado en hacer la maleta si vas a marcharte. Lo importante, los recuerdos, los sueños que malgastaste conmigo se quedan aquí. Esos no se irán contigo.

Si un día me echas de menos recuerda que yo estuve ahí, sólo para ti.

Ya nunca podré llevarte al Pompidou ni follar contigo en el agua. No volveré a ver tu cara somnolienta ni podré acariciar tus pecas nacientes. Te seguirás cepillando los dientes demasiadas veces al día. Ya no que me quedarán razones para odiar a tus mejores amigos y demandar tu atención. No podré consolarte cuando estés asustado ni cuando se instale en tu mirada el miedo a hacerte mayor y a que envejezcan los que más quieres. No podré visitarte por sorpresa. Ni comer tus hamburguesas de carne con especias. No podré robarte miradas silenciosas de alegría y orgullo al saber que somos uno en una cena compartida por muchos. Ni escuchar tus quejas y tus ansiedades. No podré alegrarme al ver tu nombre parpadeando en mi móvil. Nunca volveré a besarte los párpados. No podré acariciarte la mano con timidez. No podré encerrarme en la sensación de exhibicionismo que me atenazaba frente a tu privacidad. Menuda putada. Eres muchos. Todos diferentes. No me siento. Sé que mañana comenzaré, de nuevo, a echarte de menos. En unas semanas olvidaré tu voz. Nunca llegaré a poder preguntarte por qué nos pasamos la vida llenando los vacíos de los demás sin saber llenar el nuestro. No escucharé más tu carcajada fresca después de correrte ni cómo confundes palabras. Ya no habrá nadie que me mienta con descaro, ni que se olvide de mí, ni que me obligue a ducharme antes de meterme en la cama al llegar de fiesta. Una mañana me despertaré, me miraré en el espejo y me daré cuenta de que me he convertido, como todo a mi alrededor, en algo prescindible, en otro mueble de Ikea que se puede cambiar a los dos meses si no te convence sin mayor esfuerzo económico. “Pakistan te necesita” seguiré leyendo en algunas paradas de autobús y pensaré que hablan de mí. ¿Cuántos momentos vacíos me esperan en los que inundes mis pensamientos a traición? ¿Cuántas semanas pasarán hasta que deje de ver tu cara en todas las nubes? No volveré a escuchar con los ojos cerrados tus pasos acercándose mientras fumo en la butaca de tu balcón espiando al vecindario en la oscuridad ni me alegraré de que te sientes a mi lado sin tocarme. No te enseñaré inglés ni te descubriré mirándome con orgullo. No leeré novelas mientras sueñas a mi lado y yo te observo respirar calmada en silencio repitiéndome la suerte de compartir mis noches contigo. No sabré lo que se siente cuando la persona a la que amas te mete un dedo en el culo mientras te penetra. No podré compartir cómo me siento mientras fumo un cigarrillo a oscuras, ni acariciarte los pelos de las axilas. El desencuentro quedará en mi memoria como la ruptura más bonita que nunca tuve, llena de amor. Nunca sabré si te conozco demasiado o por el contrario nunca supe quién eras. Atiéndeme. Que duelo por todos lados. Me gustaría haberte dicho que te llevabas parte de mí. Poco a poco caminaré. Estoy segura. Aunque no comprenda qué es el tiempo (de cuánto tiempo se necesita disponer, después de todo… ¿toma toda una vida aprender a desamar?), sé que está ahí esperándome. Prefiero tener ventanas a tener espejos. Más allá de mi reflejo, está la vida, espero, esperándome.

Autor: Javier Giner



martes, 11 de junio de 2013

El encuentro



Silvia Pérez Cruz y Javier Colina: "En la imaginación"

EL ENCUENTRO

Me es difícil hablarte de lo que siento contigo. Ni siquiera yo lo entiendo, acostumbrada como estoy a cagarla una detrás de otra. Lo mío nunca ha sido fijarme en los ganadores. Quizás me es más sencillo joderla para tener algo por lo que sufrir, ¿no? Ahora que te tengo… a veces no sé qué hacer con ello, te lo confieso. Creo que no me han enseñado a ser feliz. No estoy acostumbrada. Me siento mucho más cómoda en el dolor. Sin conflicto no hay drama ni historia. Eso se decía ayer en el bar frente a la cristalera. A mi gente también le pasa. Debe ser una pandemia de la que nunca hablaron en los diarios. Dicen que la gente feliz no es rentable. Estoy aprendiendo a quererte. En silencio. Acompañándote. Mereces la pena, pero sin pena. Mereces a secas me gusta más, esta vez. No todo es seguridad ni felicidad, no creas eso. Todo lo contrario. A veces me asaltan los miedos: de perderte, de perderme, de dar demasiado, de decirte lo que no debería, de no saber no engañarte, de pensar que no seré capaz de mantenerte a mi lado. Parques y paseos y cigarrillos. Tardes de cine. Me gusta sentarme en la acera si es contigo. A veces, sin quererlo realmente, se te escapa alguna intimidad y yo me siento cercana a ti. Orgullosa de ser yo con quien las compartes. Voy descubriéndote poco a poco, aunque llevemos meses follando y conozca cada centímetro de tu piel. La piel es mentirosa, como las certezas. Y yo quiero conocerte a ti. A menudo mientras dormimos me invade tu olor y me apacigua la seguridad de tenerte cerca, velando por mí. Ha tomado mucho llegar hasta aquí. Antes tuve que comprender que tu responsabilidad no ha sido nunca salvarme, ni siquiera hacerme feliz. Antes, ahora. “Todavía” es el título de nuestra canción. Aprendí a desear lo que tengo, que es duro. En mi lista de cosas importantes estás tú. Tal y como eres. Sin cambios, porque los cambios exigen y las exigencias destruyen. Tus palabras. Y tus silencios y tu comprensión. Luchar por el otro no es nada más que aprender a comprenderle. Ahora puedo, si me atrevo por fin, enseñarte quien soy. Te podré poner los títulos de crédito de La soledad del corredor de fondo y explicarte que me emociono al verlos, sin saber aún porqué. Podrás degustar mi acritud y mi inseguridad. Entenderás que no soy tan fuerte como aparento, que no me hace tanta gracia depilarme y que a menudo no sé qué ponerme para cenar fuera ni dónde tirar la basura reciclada. Sabrás que me aburre cocinar y que me encanta observarte sentada en la banqueta mientras tú cortas el queso. Prometo intentar desnudarme por dentro mientras me quedo vestida por fuera. Te leeré en susurros libros que quiero compartir. Me temblarán los labios a menudo, que lo sepas, nunca sé cómo decir las cosas cuando son bonitas. Quizás te desilusione y tú me desilusionarás a mí, pero intentaré mantener la vista en lo importante: que somos capaces de hacer listas juntos, ir al super, alquilar coches y pasear sin decirnos nada. Te explicaré que yo soy Joel y tú eres Clementine y que nuestra historia la contaron en millones de películas porque las películas siempre hablan de nosotros pero nunca entienden que entre nosotros, como somos distintos al resto, todo funciona al revés. Que empezamos por el final, follando, y que fuimos con paso trémulo hacia el principio: conocernos. Escribiré nuestra historia en un cuento que yo misma coseré para que entiendas que por arrancarte una sonrisa soy capaz de aprender cosas nuevas. Quiero que laves mi ropa sucia y entiendas que esa también soy yo. Quizás odie a tus amigos o a tu familia y quizá me dé miedo acercarme a tu mundo, no lo sé. A veces me ocurre. Intentaré no mentirte, pero seguro que lo haré, ya te lo aviso. Quiero que llueva, para poder fumar con la ventana abierta sintiéndote a mi lado. Lo de tener hijos ya lo veremos. Por ahora no me lo planteo. Quizás un trío de vez en cuando, si se nos acaba la chispa follando. Eso ya veremos. Por ahora quiero recorrerte, sin mochila, sin pasado, sólo siendo. Olvidándome de cuántas veces me han dañado y cuántas veces dañé yo. Sabiendo que hay un mapa, pero que no quiero mirarlo, porque lo importante es avanzar y descubrirte con ojos limpios. No quiero ensuciarte con mi experiencia, sería injusto para ti. Intentaré olvidarme de que somos dos manteniendo siempre la claridad de que somos diferentes. Lucharé por mis necesidades porque algo de ellas se habrá convertido en las tuyas. Quiero que fracases y que triunfes, como fracasaré y triunfaré yo. Quiero que llores, que rías, que te corras por todo mi cuerpo y que luego descanses sobre mí, suspirando. Quiero saber que el año que viene por tu cumpleaños, seré yo quien te felicite primero. Sigo teniendo miedo. Quiero decirte algo: todavía no tengo ni puta idea de qué es amar. Pero lo voy aprendiendo.


Autor: Javier Giner

(...continuará con La pérdida)



sábado, 8 de junio de 2013

La busqueda




De fondo Marlango, Si yo fuera otra.

Busco la persona que me habita, que me esquiva, 
que se pierde, que late en la oscuridad donde se esconde.
No la encuentro, pero escucho su voz y su herida.
Me habla de amor: de la búsqueda, el encuentro y la pérdida.
Me habla con una voz de mujer: extraña, diferente, profunda.
Agita un cóctel de emoción y sentimiento, de recuerdo y sorpresa,
difícil de describir, agridulce de tomar.
La escucho en el silencio y la soledad de mi niebla.
Joshua Naraim


LA BÚSQUEDA

No me doy por vencida. Me obligo a continuar. Colecciones, agrupaciones, páginas de contactos, amigos de amigas, amigas de amigos, conocidos, errores, aciertos e inseguridades, internet, listas, noches, días y algunas veces minutos, tardes sonriendo sin entender lo que me dicen, síndrome de Diógenes pasional. Que te pones, que me pongo y que música escuchamos. ¿Viste la última de Mike Mills? Terroristas emocionales. Necesidades confesas. Confesiones necesitadas. Afectos en una sola dirección. Acumulaciones. Fracasos. Baladas de Chet Baker. Enganches. Impresiones. Trazos gordos de pintura de brocha cuando lo que busco es un pincel. Castraciones. Lágrimas sin dueño. Maletas llenas de pasado y rabia y desconfianza. Pero sigo sin darme por vencida. Busco tus ojos en las miradas de otros, aunque aún no sepa cómo se supone que deben ser. Los domingos por la tarde siguen teniendo la mayor tasa de suicidio de toda la semana. Y yo sigo sin darme por vencida por muy sola que me sienta. Los miércoles me ocurre lo mismo. A veces. Sentirse como un vaso de cristal en caída libre con la amenaza continúa de poder hacerse añicos. Gente que se casa y te mira condescendiente. Gente que pasea. Gente que te deja saber con sus ojos que se preguntan lo mismo que tú: qué le pasa a esta niña, con lo mona que era. Incomprensivos. Incomprensibles. Frágil. Deseada. Deseante. Descuentos para parejas. Y yo sigo sin darme por vencida. No me atrevo aún a viajar sola ni a comer en ese restaurante, no vaya a ser que me pregunten si espero a alguien. Son los demás o soy yo la que está equivocada. Dudas. Quién hizo tan difícil que yo pueda amar. Qué hace que sea tan elusivo poder encontrarte. De qué color es tu pelo. ¿A qué sabe tu compañía?

Ya no quiero sentirme más tiempo huérfana. Necesito que alguien llegue y cumpla el perfil de la persona que dibujo diariamente en mi cabeza, aunque cada semana cambie. No sé qué va a pasar pero deseo con todas mis fuerzas que suceda, y que suceda rápido, porque ya llevo demasiados errores y no sé cuánto tiempo más voy a poder taparlos. Bebo y escapo y trabajo y lleno la agenda de citas y compromisos que me mantienen alejada de mí, para no tener que recordarme que sigo sola. Y los anuncios en las paradas de bus siguen estando poblados de gente que sonríe y se compran casas. Busco y busco, pero la ansiedad, algunos días, ocupa el lugar de la curiosidad. Un parpadeo a destiempo. Me he convertido en una marioneta de un perfeccionismo que ahoga. Me precipito. Le he pedido a alguien de quien no conozco su nombre que me salve al abrazarme. Compromiso y urgencia. La dirección está en manos de una flecha imparable buscando y buscando. Asusta. Los demás no saben darme lo que necesito. Tú lo sabes, también lo has sentido a menudo: no saber realmente lo que quieres. Es más fácil que te lo digan. Y que te encadenes a deseos que pronto descubrirás que no son los tuyos. Huyes. Ellos también salen corriendo. Normal: todos tenemos miedo. Salvarme, hacerme feliz, es demasiado para una historia que poco tiene de blockbuster de verano. No sé lo que significa despacio y entiendo demasiado bien la necesidad. Así que me envuelvo en mí misma y te busco sin moverme, por dentro, entre mis sueños. Allí te acaricio. Para luego descubrir que he repartido mi teléfono y mi facebook por cientos de vidas. Ya me vale.

Hay días en los que pienso en descubrirme a mí para no tener que agarrarme a ti, si es que existes y algún día me encuentras. Momentos en los que pasear sola observando se convierte en una balsa de aire caliente que me mantiene viva. Otros desisto de buscarte y de comprenderme, porque nada de lo que aparezca se parecerá a lo que imagino. Aprender a querer lo que es y no lo que me gustaría que fuera, quizás esa es la lección. Y pienso en la cantidad infame de calles cortadas que he encontrado hasta ahora. En el egoísmo absurdo de manual de autoayuda. En poder defenderme. En entender cuál es el camino correcto, que me hará feliz. Quizás encontrar al otro no sea más que encontrarse a sí mismo. Soy una kamikaze con demasiado sentimiento. Una yonki de experiencias y caricias. Soy un ser vivo. Hoy también te necesito y espero que te parezcas a lo que imagino. Sería un bonito final para nuestro comienzo.

Autor: Javier Giner

(...continuará con El encuentro)

jueves, 6 de junio de 2013

Derrúmbate



"Cuándo lo hayas encontrado, anótalo."
Charles Dickens.

Lo anoto, lo comparto y lo dedico:
"A Flor"
Joshua Naraim


Derrúmbate.

Sacrifica todos los ayeres.
Viájate hacia ninguna parte.
Juega con todos los huecos que has dejado. Sé un hueco.

Afloja los andamios donde escondiste coches o muñecas.
Nadie necesita el dolor.

Salta en los charcos mientras corres hacia dentro de cada minuto,
espiral abajo.
Huelga decir que no recuerdas adónde vas.
No sabes por dónde te diriges. 

Cada paso que hundes en la arena difusa del nadie
te conduce entre plumas,
entre alas agitadas, huellas blancas,
lácteos caminos que olvidaste.

No te dejes seducir por el mañana.
No te dejes arrastrar por el ayer.
Levanta la arena del tiempo y siéntela caer entre los dedos,
entre los dientes, entre las risas y los silbidos,
entre las ventanas que fuiste y las que quisiste.

Bájate del estrado de tu yo.
Júntate a las hierbas cuyos nombres ignoras.
Se está tan bien entre los bichos.

Entre verdes, olores y antenas.
Acuérdate de ser una piedra,
caliente cuando hace sol,
fría cuando nieva.

Acuérdate de ser una hoja,
y podrás descomponerte.

Acuérdate de ser lo que hay.
De sentir las gracias sin lenguaje,
de ver pasar el agua y los pasos
y saber estar, callar, esperar.

Acuérdate. 

Autora: Silvia Capón 
Fuente: http://somosorvalho.blogspot.pt/2013/05/derrumbate.html

miércoles, 29 de mayo de 2013

La vida en juego


La vida en juego

Donde pongo la vida pongo el fuego 
de mi pasión volcada y sin salida. 

Donde tengo el amor, toco la herida. 

Donde pongo la fe, me pongo en juego. 

Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego 
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida. 

Perdida la de ayer, la de hoy perdida, 
no me doy por vencido, y sigo, y juego 
lo que me queda: un resto de esperanza. 

Al siempre va. Mantengo mi postura. 

Si sale nunca, la esperanza es muerte. 

Si sale amor, la primavera avanza. 

© Ángel González

viernes, 17 de mayo de 2013

Al olvido se va como a la muerte



Al olvido se va como a la muerte

I
La palabra,

ebria de contención,

trepó hasta la punta de mi lengua:

Desde ahí se despeñó hacia el silencio


desgarrándolo


 II

Si pudiéramos todos

encender la palabra

volverla fulgor

llamarada

abrasando nuestros nombre

                      nuestros sinos

conquistaríamos juntos

esta tupida trama hecha de tiempo


rompiendo el porvenir y su espesura


III

Andar por los bordes de esta hoja

sin apuntar el paso hacia su centro

Desarmada

Planeo la estrategia para mi avance:


Sitiar la palabra

Replegarla y cercarla

en ese espacio,

ahora supeditado al silencio


Tomo el lápiz

pero, como una espada,

ahuyenta el verbo posible

Sus flancos se dispersan

y vuelvo a andar por los bordes

masticando esta nueva derrota


IV

Anúnciame

Espanta las sombras que ladran a mi paso

y los ojos curiosos que desde los resquicios

me ven andar a tientas

desandando


Alláname el camino

que tropiezo

porque no estaba escrito que volviera


(el polvo sacudido de mi cuerpo

se levanta de nuevo y se me pega)


Anticípame

Nada quiero dejarle a la sorpresa

Salí de mí huyendo de este grito

pero el grito me alcanzaba adonde fuera


V

Cada día

una parte de mí se derrumba

como aquellas casas viejas

inhóspitas

que se desploman

de tanto contener ausencias


VI

Oí sus pasos

detenerse en la puerta

y lo supuse:


la muerte apuraba el vaso

del que nos bebe a grandes sorbos


 VII

Laxa, me tendí a su espera, arropada por los rincones. 
Cadenas de atávicos miedos me enlazan a estas escurridizas horas. 
Sigo esperando. 
Pero no llega, se demora, entra a otros cuartos, hiela otros cuerpos.

Amanece y comprendo que aquí, anoche, la muerte no tuvo nada que llevarse.

Autora: América Martínez Ferrer (Caracas, Venezuela 1976)
Fragmento del libro: Al olvido se va como a la muerte.

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