martes, 10 de agosto de 2010

El inventario


"A partir de mañana empezaré a vivir la mitad de mi vida;
a partir de mañana empezaré a morir la mitad de mi muerte;
a partir de mañana empezaré a volver de mi viaje de ida;
a partir de mañana empezaré a medir cada golpe de suerte"
Alberto Cortéz

Aquel día lo vi distinto. Tenía la mirada enfocada en lo distante. Casi ausente. Pienso ahora que tal vez presentía que ese era el último día de su vida. Me aproximé y le dije:
-¡Buen día, abuelo!


Y él extendió su silencio. Me senté junto a su sillón y luego de un misterioso instante, exclamó:
-¡Hoy es día de inventario, hijo!
-¿Inventario?" pregunté sorprendido.
-¡Sí. El inventario de las cosas perdidas! -me contestó con cierta energía y no sé si con tristeza o alegría.


Y prosiguió:


-Del lugar de donde yo vengo, las montañas quiebran el cielo como monstruosas presencias constantes. 
Siempre tuve deseos de escalar la más alta. Nunca lo hice, no tuve el tiempo ni la voluntad suficientes para sobreponerme a mi inercia existencial... Recuerdo también a Mara, aquella chica que amé en silencio por cuatro años; hasta que un día se marchó del pueblo, sin yo saberlo. ¿Sabes algo? También estuve a punto de estudiar ingeniería, pero mis padres no pudieron pagarme los estudios. Además, el trabajo en la carpintería de mi padre no me permitía viajar. ¡Tantas cosas no concluidas, tantos amores no declarados, tantas oportunidades perdidas!


Luego, su mirada se hundió aún más en el vacío y se humedecieron sus ojos. Y continuó:
-En los treinta años que estuve casado con tu abuela, creo que sólo cuatro o cinco veces le dije "te amo".


Luego de un breve silencio, regresó de su viaje mental y mirándome a los ojos me dijo:
-Éste es mi inventario de cosas perdidas, la revisión de mi vida. A mí ya no me sirve. A ti sí. Te lo dejo como regalo para que puedas hacer tu inventario a tiempo.


Y luego, con cierta alegría en el rostro, continuó con entusiasmo y casi divertido:
-¿Sabes qué he descubierto en estos días?
-¿Qué, abuelo?" Aguardé unos segundos y no contestó, sólo me interrogó nuevamente:
-¿Cuál es el pecado más grave en la vida de un hombre?


Contesté con inseguridad, sorprendido por la pregunta:
-Supongo que matar a otros seres humanos, odiar al prójimo y desearle el mal. ¿Tener malos pensamientos, tal vez?"


Movió su cara de lado a lado, como reacción a mi respuesta errada. Me miró intensamente, como remarcando el momento y en tono grave y firme me señaló:
-El pecado más grave en la vida de un ser humano es el pecado de omisión. Y lo más doloroso es descubrir las "Cosas Perdidas" sin tener tiempo para recuperarlas.


Esa noche falleció mi abuelo.


Al día siguiente, regresé temprano a casa, luego del entierro del abuelo, para realizar en forma urgente mi propio "Inventario de las Cosas Perdidas"


Autor desconocido

7 comentarios:

panteraenlanoche dijo...

Ahora que antes de dormir abrí mi portátil me encuentro con este texto que me emociona, me hace pensar y quizás me hace ver las oportunidades que siempre dejo pasar,no sé si te sientes identificado, yo si.

Pero alguien me escribió en mi blog que si no luchábamos por algo es porque sabíamos que había una razón.
Si nos falta motivación hay que buscarla, si nos falta ilusión encontrarla y con esos dos pilares todo es posible porque para conseguir algo sólo hay que quererlo de verdad,uff estas son mis teorías pero no creas que siempre las pongo en practica.

Bueno, pues considerando que mañana día 10, además de lluvia de estrellas hay luna nueva,sería un buen momento para empezar a hacer inventario o perseguir metas.
Un beso y la mejor de mis sonrisas.

Joshua Naraim dijo...

Normalmente, Ángeles, me siento identificado con todo lo que aparece en mi blog, siempre hay razones, aunque no sean evidentes, para que un texto aparezca en él, y aunque la autoría, en muchos casos, no sea mía, si lo es la elección y la razones subyacentes.
¡Que llueva mucho y bien y que tú sigas sonriendo!
Bicos.

mel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
panteraenlanoche dijo...

Acabo de contestar a tu comentario en mi otro blog,ahora está visible,ya me dirás como lo encontraste,me muero de curiosidad.

6 abrazos y mi sonrisa.

Joshua Naraim dijo...

Con la Bola de Cristal.
Sonrío contigo.
¿Te gustan las sorpresas, Pantera?

gaia07 dijo...

Aquello que no hice y debí hacer, pagué su precio. Aquello que hice y no debí haber hecho, quedó latente. No he vivido para dañar a nadie ni para cometer maldades, mis errores y omisiones del pasado fueron lo más justo que pude escoger en el momento en que estaba, vea hoy o no otras alternativas, en ese lapso, esa era la opción más justa a mi alcance.

Cuando me rodeo de silencio y medito, percibo lo que soy, fallos y errores, aciertos y perfecciones, no es el arrepentimiento mi búsqueda, sino la paz conmigo misma.

Aunque no lo percibamos igual, el sentimiento de respeto y amor es el mismo.
Un abrazo

Joshua Naraim dijo...

Las percepciones son individuales y aunque creamos coincidentes siempre encierran matices diferentes.

Algo similar a lo que nos pasa con los colores. Acordamos que un objeto es rojo y los dos lo afirmamos, pero si pudiéramos contrastar el rojo de tus ojos y el de los míos veríamos que son diferentes.

Un beso

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