viernes, 24 de septiembre de 2010

Ejercicio de conciencia y quizá de consciencia


A Mirada de agua,
(música e imagen incluidas).
...en el silencio, dentro de su profundidad,
comprendo la dulzura


Tomo notas, indistintamente, con un bolígrafo o con un lápiz colocados junto al ordenador, sobre un cuaderno escolar, de rayas. Al lápiz hay que sacarle punta de vez en cuando, lo que constituye una actividad artesanal que sirve también para la reflexión. Pero la diferencia más notable entre él y el bolígrafo es su modo de perecer. El bolígrafo no cambia de apariencia ni siquiera cuando se encuentra en las últimas. Y deja un cadáver tan curioso que nadie diría que está muerto si no fuera porque no pinta nada ya, aunque resucite a veces de improviso y trace un par de líneas, incluso un párrafo, antes de volver a expirar. La gente se resiste a desprenderse de los bolígrafos vacíos porque continúan como nuevos. Sólo se consumen por dentro, en fin, y siempre se acaban a traición, como el butano. El lápiz, en cambio, agoniza por dentro y por fuera a la vez, y deja un cadáver mínimo, un detrito del que uno se deshace sin ningún sentimiento de culpa. Punto y aparte.

La naturaleza presenta casos semejantes al del bolígrafo. Ahí está el caracol, que envejece sin una sola arruga exterior, sin un fruncido. Y no hay que sacarle punta cada poco: él mismo, mientras vive, asoma los cuernos al sol, caracol quiscol, y una vez muerto, si te encuentras la concha en un tiesto o en el agujero de un árbol, la guardas en el bolsillo y al llegar a casa la colocas junto a los bolígrafos difuntos. Tenemos una pasión curiosa por la cáscara, de ahí la afición a las cajas, sobre todo a las cajas fuertes. Hay personas que coleccionan pastilleros vacíos, que viene a ser lo mismo que guardar bolígrafos sin tinta, con los que sólo se pueden escribir poemas inexistentes, que muchas veces son los mejores.


Pese a todo, tal vez sea más digna la actitud existencial del lápiz que la del bolígrafo, la de la babosa que la del caracol, aunque no dejen cáscara para los arqueólogos. Conviene sacarse punta cada mañana, pese al espanto de ver cómo se agota uno. Lo complicado de sacarse punta es saber cuánto te tienes que afilar para escribir lo suficientemente claro sin romperte antes de que hayas acabado la novela o la vida. Pero eso constituye un ejercicio de conciencia, y quizá de consciencia, bastante saludable. Ánimo.



Autor: Juan José Millás

6 comentarios:

mateosantamarta dijo...

Me sumo a esa dedicatoria para Mirada de Agua. Ella se muestra, como Isla Mariposas, siempre sin caparazón, con el corazón al desnudo, como decía el poeta.
Un abrazo para los tres.

Joshua Naraim dijo...

Lo mejor de esta tecnología es lo que no se ve, lo que está detrás de las ventanas.
Naturalmente me refiero a vosotros.
Un abrazo, Mateo

gaia07 dijo...

Debe ser una gozada esa salud mental a la que arribas con la mina afilada en el punto exacto.
Preciosa Mirada, preciosa vida.
Un abrazo.

mirada dijo...

Gracias, Joshua, muchas gracias por tu mano y sobre todo por estar tan cerquita y escucharme activamente, has conseguido que me sienta: comprendida y afortunada.
Un abrazo enorme.

Joshua Naraim dijo...

Trato de mantener los ojos abiertos, Gaia, de encontrar fuera lo que tengo dentro y que muchas veces no sé como expresar, de compartirlo con aquellos que quieren compartirlo y de conocerlos, porque sólo con escucharlos me enriquecen y si ademas me emocionan y, siento su calor, aunque sea lejano, me acercan a la alegría y al gozo.
Un abrazo múltiple y polifónico.
El secreto está en la mirada y en vosotros.

Joshua Naraim dijo...

Estoy tan cerca de ti, Mirada, como lo estás tú de mi, ni un cm. más ni un cm. menos; es lo que tiene la distancia entre las personas.
Soy persona, de oído duro, más de silencio que de palabra, que escucha más que habla, aunque en determinados momentos, en soledad, hable en alto para escucharse mejor.
Y, sí, trato de practicar la escucha activa. Creo que es una carencia manifiesta de nuestra sociedad que se manifiesta en grado superlativo, por ejemplo, en los debates de TV.
Me alegra enormemente que pueda contribuir, aunque sea un poquito, a que te sientas bien.
Un abrazo sonriente.

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