Oliverio Girondo
EL LADO OSCURO DEL CORAZÓN
No sé, me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! - y en esto soy irreductible no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretenden seducirme!
Esta fue - y no otra - la razón de que me enamorase tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con que impaciencia yo esperaba que volviese, volando de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Que delicia la de tener una mujer tan ligera... aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en conseguirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar.
Oliverio Girondo
2 comentarios:
"...que pueda hacerse el amor màs que volando"...Girondo! y gustas del cine argentino, vaya vaya Joshua! y gustas de mujeres que vuelan, suena muy bien. Agradezcamos a Indah, la inspiraciòn de este post. Muy bueno, por cierto; ya que me habìa olvidado despuès de tantos años, voy a verla de nuevo.
Creo que es difícil llevar la poesía al cine. Ésta, en mi opinión, es una película que prácticamente lo consigue. Imagino que para lograrlo, el director debió tener continuamente presente que todo lo que el hombre hace, y dice, el resto de los pobres mortales, desde tiempo inmemorial, lo comprende a través de la simbología.
Sí, es cierto, con el paso del tiempo hemos conseguido una enorme cantidad de símbolos. Pero si rascamos un poco, muy poco, rápidamente encontraremos en nosotros mismos, al descendiente del Austrapithecus Afarensis, o de "Lucy", quizá muy quietos e impresionados, contemplado el trabajo ya listo: "nuestro" primer bisonte dibujado en una de las paredes de las cuevas de Altamira. Han pasado siglos, muchos, pero en la evolución de la especie humana... los que han pasado no han conseguido de nosotros que cambiáramos demasiado. Sólo una ligera pátina que hace que hasta parezcamos civilizados :)) Bueno.
Publicar un comentario