sábado, 15 de octubre de 2005

Como la tarde


Me estoy quedando en ti
como la luz de otoño
-entre reflejos añil y ocres-
se queda en los espejos.
Perdiéndome en tu amor.
Desvaneciéndome.
Diluyéndome entre suspiros
arrebolados de sol y de poniente.

Y naufragando en la certeza
de un nuevo amanecer
entre tus brazos,
me dejo morir,
furtiva y lenta, lenta
(como la tarde),
en cada beso tuyo
y en cada una de las
caricias de tus manos.


indah

2 comentarios:

Joshua Naraim dijo...

Gracias, Indah, por llenar mi silencio con tu canto. En este otoño, en que las palabras se me caen como las hojas, esta "Luz a ti debida" (en bellas palabras de Ángel González)ilumina mis sombras y espanta mis fríos.


Sé que llegará el día en que ya nunca
volveré a contemplar
tu mirada curiosa y asombrada.
Tan sólo en tus pupilas
compruebo todavía,
sorprendido,
la belleza del mundo
-y allí, en su centro, tú
iluminándolo.

Por eso, ahora,
mientras aún es posible,
mírame mirarte;
mete todo tu asombro
en mi mirada,
déjame verte cuando tú me miras
también a mí,
asombrado
de ver por ti y a ti, asombrosa.

indah dijo...

Gracias por ese precioso poema de Ángel González.

Es un gran poeta, y cualquier cosa que diga queda transformada por su sensibilidad. Sin embargo, de éste, destaco algo que solemos olvidar con mucha frecuencia: nuestra capacidad de asombro. El asombro es -según yo lo veo- un privilegio. Y mientras estemos vivos, podemos -debemos- seguir asombrándonos cada día, porque sale el sol, porque se oculta, porque llueve o porque caen las hojas a nuestro alrededor: ¿de qué otra forma nos emocionaría la llegada de una nueva primavera? Sólo quien es consciente de que caen, es capaz de apreciar en lo que vale que vuelvan a nacer :)

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