sábado, 6 de agosto de 2011

Lloviendo...


"Otra cosa aprendí:
siempre es posible hundirse un poco más,
porque aún en el fondo,
se puede seguir escarbando"


Cansado de crisis sucesivas, de mercados insaciables, de corrupciones generalizadas, de prohibiciones invasivas, de noticias que alientan el miedo, de previsiones catastróficas... me evado en la lectura y, llega a mis manos, a través de una persona muy querida, un maravilloso libro de título tan sencillo como sorprendente: "El bolígrafo de gel verde", y autor desconocido: Eloy Moreno.


Un libro con el que he comulgado, con el que me he emocionado y en el que me encuentro.


Leo uno de sus ecos:


Silencio.
Quise estar a solas, quise llorar en la intimidad, quise apretar los puños en silencio... Me acurruqué en el sofá, hundí la cara entre los brazos y me oculté del mundo.
Toni supo ayudarme, supo levantarse y andar como si fuera descalzo: supo alejarse de allí.
Me refugié en un sofá que aún me recordaba a tardes en familia.
No me quedaba ya rencor, ni odio, ni ganas de venganza, ni miedo, ni frío, ni calor. Sólo me quedaba descubrir el derrumbar de un mundo -el mío, el que me había creado- cuyas piezas no acababan de encajar. Un mundo que se deshacía.
Aprendí tantas cosas en aquel sofá, aquella noche... Aprendí que la mente es capaz de crear historias sólo creíbles para uno mismo; que los celos son capaces de empañar cualquier verdad, de encumbrar cualquier mentira; que en los malos momentos raramente se acude a la razón, al diálogo mutuo, a la franqueza... se acude, en cambio, a las sospechas, a la desconfianza, a los recelos de una verdad que debe serlo sólo por el hecho de haber nacido nuestra. Aprendí la fortaleza del odio cuando acecha la duda, la resistencia de la desconfianza cuando el amor ya no es como era, la confusión de pensamientos cuando las cosas dejan de funcionar...


Fuera seguía lloviendo. Dentro también.

3 comentarios:

gaia07 dijo...

Es posible que todo sea tan sencillo, que el sufrimiento solo sea consecuencia de nuestro empeño en complicarnos la vida.
Nos han dicho que amar es una entrega total en cuerpo, alma y mente, y es mentira, salvo que cuando lo descubres puedes estar tan maltrecho que ni te quede cuerpo, alma o mente para volver a ser.
Esperar reciprocidad –quizás en el amor más que en ningún otro aspecto de nuestra vida- es como esperar que el horizonte deje de estar lejos, cuando alcanzas el punto donde estaba has de empezar a caminar para volver a llegar.

Me apunto ese libro, y a su íncreible autor.
Un beso

mirada dijo...

Comparto en el "face", Joshua.
creo que si que todo es mucho más sencillo, sólo hay que liberarse de las expectativas, mantenerse con tranquilidad en el centro de tu ser... y vivir toda las experiencias que nos brinda la vida para ser felices, ser feliz con uno mismo.
Un abrazo grande y largamente agradecido (sono un poco cursi, pero si, te mando mi gratitud).

mateosantamarta dijo...

Me uno al comentario de Mirada, sin despreciar el de Gaia, aunque creo que es un poco radical y generalizador en algún sentido. Un abrazo, amigo.

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