Escuchas historias, la historia de una separación, otra.
- Así no puedo seguir. Cada uno en su sitio.
Y escuchas otra historia. Una historia bella. Los humanos no pueden tener la felicidad. Lo decían los dioses. “Crearemos humanos, pero les esconderemos la felicidad para que nunca sean perfectos”. Un Dios dijo:
- “Hay que escondérsela debajo del mar, en lo más profundo de los océanos.Los demás dijeron que no, que habían hecho a los humanos listos y que llegarían hasta allí, inventarían submarinos y la encontrarían.”
Otro dios dijo:
- “La pondremos encima de la más alta de las montañas. No la alcanzaran.”
Los demás a coro le taparon la boca:
- “No. Se fijaran en los pájaros. Inventaran dirigibles. Harán aviones, helicópteros. Treparan a las montañas. Se harán escaladores, pilotos. La descubrirán y cuando la tengan, cuando tengan la felicidad en sus manos, dejaran de ser humanos.Hay que esconderla mejor.”
Estuvieron pensando y entonces hablo el más sabio de los dioses.
- “Se me ocurrió el mejor lugar posible. Un lugar en el que nunca miraran. Son curiosos y siempre buscan fuera. Así que la esconderemos en el interior de su corazón. Cada humano llevara la felicidad escondida dentro de su propio corazón. Jamás miraran ahí. Lo intentaran en todas partes y fracasaran porque no sabrán que la llevan con ellos. Así nunca dejaran de ser humanos, de ser curiosos, de buscar y volver a buscar. El mundo en marcha gracias a los humanos insatisfechos.”
Y los dioses aplaudieron felices. El cofre del tesoro de la felicidad seria el corazón de los hombres y las mujeres.
Un humano satisfecho es un humano muerto.
Historia recogida por César Casal y publicada en la Voz de Galicia el 1 de julio de 2007
1 comentario:
La felicidad tarda en llegar y es efímera, al igual que la vida.
La infelicidad tarda menos pero no es eterna, al igual que la vida.
Un humano muerto no es humano.
Un abrazo.
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