sábado, 10 de septiembre de 2005

El abrazo (parte 5ª)


Otra vez a Indah, con intención,
por si se anima a abrazar al conserje.

"No me fasridiéis, ¡abrazadme!
Pegatina en un parachoques

EL ABRAZO (parte 5ª)

Hoy había quedado en enviaros un poema al respecto, pero voy a cambiar mis planes sobre la marcha y voy a compartir con vosotros una historia evocada por una experiencia personal que viví ayer mismo, que me permitió descubrir una nueva forma de abrazo, la denominaré "abrazo mágico" o "abrazo alquimico" y que tiene la facultad de transformar el odio en amor, y la ira en paz, y que me ha hecho llegar a mi cita prevista con algún retraso. Además me servirá para hacer bailar a las nueronas de mi amiga Indah y a ponerla en un compromiso cuando mañana se encuentre con el conserje.
Hay va la historia, el poema mañana (si no cambiamos de planes). La música de fondo permanece estos días inalterada con toda intención.
EL JUEZ DE LOS ABRAZOS

Lee Shapiro es un juez retirado y también una de las personas más auténticamente amables y cariñosas que conocemos.
En un momento de su carrera, Lee se dio cuenta de que el Amor es el poder más grande que hay. Como resultado de ese descubrimiento se convirtió a la religión del Abrazo: empezó a dar abrazos a todo el mundo. Sus colegas comenzaron a llamarlo "El juez de los Abrazos". En el parachoques de su automóvil se lee: "No me fastidies... abrázame".

Hace más o menos seis años, Lee inventó lo que él llamaba su Equipo de Abrazar. Por fuera dice: "Un corazón por un abrazo" y contiene treinta corazoncitos rojos bordados con un adhesivo al dorso.Lee saca su equipo de abrazar, se acerca a la gente y le ofrece un corazoncito rojo a cambio de un abrazo.

Gracias a esa práctica ha llegado a ser tan conocido que con frecuencia le invitan a conferencias y convenciones donde puede compartir su mensaje de Amor Incondicional.
En una conferencia que se realizo en San Francisco, los medios de comunicación locales le plantearon el siguiente reto: es fácil dar abrazos en esta conferencia dirigida a personas que han venido aquí porque han querido, pero eso sería imposible en el mundo real. Y lo desafiaron a que empezara a dar abrazos por las calles de San Francisco, seguido por un equipo de televisión de la emisora local.Lee salió a la calle y abordó a una mujer que pasaba.

-Hola, soy Lee Shapiro, el juez de los Abrazos y doy un corazón de estos a cambio de un abrazo-explicó.

-Como no - fue la respuesta.

-Demasiado fácil -objetó el comentarista local. Lee miró a su alrededor y vio a una muchacha encargada de un parquímetro que lo estaban usando mal a causa del propietario de un automóvil a quien estaba multando.Lee se encaminó hacia ella, con el cámara a su lado y le dijo:

-Me parece que a ti te vendría bien un abrazo. Soy el Juez de los Abrazos y me ofrezco a darte uno.

Ella aceptó.

-Mire ahí viene un autobús -lo desafió el comentarista de televisión- Los conductores de autobús de San Francisco son la gente más dura, descortés y mezquina que hay en la ciudad. Vamos a ver si consigue usted que lo abracen.

Lee aceptó el reto.Cuando el autobús llego a la parada, dijo al conductor:

-Hola, soy Lee Shapiro, el Juez de los Abrazos. El suyo debe ser uno de los trabajos más agotadores del mundo. Hoy ando ofreciendo abrazos a la gente para aliviarles un poco la carga.¿Le apetece uno?

El hombrón de un metro ochenta y cuatro y más de noventa kilos de peso se levantó del asiento, bajó y le dijo:

-¿Por qué no?

Lee lo abrazó, le dio un corazón y lo saludó con la mano mientras el autobús volvía a arrancar.Los del equipo de televisión estaban mudos. Finalmente, el presentador dijo:

-Tengo que admitir que estoy muy impresionado.

Un día, Nancy Johnston, una amiga de Lee, llamo a su puerta. Nancy es payaso de profesión e iba vestida con su disfraz de trabajo, maquillada y con nariz postiza.

-Lee, toma un montón de tus equipos de abrazar y vamos al Hogar de Incapacitados.

Tan pronto como llegaron, comenzaron a repartir globos, sombreros de carnaval, corazones y abrazos entre los pacientes. Lee se sentía incomodo: nunca había abrazado a nadie que tuviera una enfermedad terminal, que padeciera graves disfunciones físicas o mentales. Decididamente, aquello era excesivo para dos personas. Pero pasado un rato las cosas se volvieron más fáciles, ya que se fue formando un cortejo de médicos, enfermeras y ayudantes que los seguían de un pabellón a otro.

Pasadas varias horas, llegaron al último pabellón donde se alojaban los 34 casos más graves que Lee había visto en su vida. La sensación fue tan horrible que lo descorazono; pero, dado su compromiso de compartir su amor para conseguir un cambio, Nancy y Lee empezaron a abrirse paso por las habitaciones, seguidos por el séquito de médicos y enfermeras, que por aquél entonces ya llevaban corazones colgados al cuello y lucían sombreros de carnaval.

Finalmente, Lee llegó a la última persona, Leonard, que llevaba un gran babero blanco sobre el cual babeaba incesantemente. Lee miró a Leonard, que no dejaba de babear, y después se volvió a Nancy diciéndole:

-Vayámonos, Nancy, a una persona así es imposible llegar.

-Vamos, Lee-respondió ella - Es un ser humano como nosotros, ¿o no?. Y le puso un sombrero de mil colores en la cabeza. Lee sacó uno de sus corazoncitos rojos y lo pegó en el babero de Leonard. después, tras hacer una inspiración profunda, se inclinó a abrazarlo.

Súbitamente, Leonard empezó a emitir un chillido.

Otros pacientes empezaron a golpear cacharros. Lee se volvió hacia el personal de la sala, en busca de alguna explicación, y se encontró con que todos los presentes, médicos, enfermeras y auxiliares, estaban llorando.

-¿Que es lo que pasa? - preguntó a la jefa de enfermeras.

Lee jamás olvidará su respuesta:

-En veintitrés años, es la primera vez que hemos visto sonreír a Leonard.

Así de sencillo es cambiar en algo la vida de la gente.

Jack Canfield y Mark V. Hansen

Nota: "Llueve en mis ojos...(ésta historia a cambio de un abrazo)

(mañana un abrazo en forma de poema...)







2 comentarios:

UMA dijo...

Mi Alto Mago, me he tomado el atrevimiento...pero vì su nota al pie y soy la que le dà el abrazo a cambio de làgrimas (me harà llorar apoyado en mi hombro).
Bellìsima historia, conmovedor.
Un besazo!

indah dijo...

Es una historia muy tierna, y al mismo tiempo, clarificadora. Y es un gran mérito sentirse capaz de abrazar a cualquier persona: si hubiera más ejércitos como ése, nos iría mucho mejor a quienes vivimos la mayor parte de nuestra vida sólo para nosotros mismos. Pero quien se sienta llamado y tome ese camino debería, antes de emprenderlo, tentar sus fuerzas y no olvidar que sólo quien ama al otro desde el Amor es capaz de vencer su natural repugnancia hacia algunas cosas, algunas sencillas para los demás, pero casi imposible de superar para ellos.

Lee había abrazado tanto, creo, que quizá olvidó que él también estaba muy necesitado de que lo abrazaran :)

PD
(Iba a decir algo respecto al conserje, pero te vas a tener que dejar guíar por mi instinto; del que te tienes que fíar, claro. :))

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