sábado, 10 de diciembre de 2005

La lucidez



"Bienaventurados los que se alegran de las victorias de los demás,
porque hasta sus derrotas sabrán a triunfo."
Joshua Naraim

La libertad no es una fruta al alcance de todas las manos"
Francisco Ayala

El despertar de la lucidez puede no suceder nunca, pero si llega, no hay modo de evitarlo. La conciencia alerta lleva al conocimiento profundo del absurdo, del sinsentido de la vida, de la inutilidad de la lucha. Todo esto vive aletargado por las rutinas cotidianas hasta que algo golpea, sacude y provoca la reflexión en voz alta y la amargura o la angustia aparecen, se manifiestan. Pero para que esto sirva hay que estar ahí en el momento justo para verla y tener además el coraje de aceptarla y romper conductas, de lo contrario, todo parecerá seguir igual que ayer y que siempre: otra vez a vivir, aunque cueste, y a tratar de que no se note. Guardar la lucidez en un cajón de la mesa de luz para que no joda.

El Lúcido tiene una percepción de los hechos y un razonamiento veloz que hacen que se le revelen simultáneamente los motivos o las causas que han generado los hechos. Tiene conciencia clara e inmediata de los motores de la gente, de la mentira, de la hipocresía, de la verdad. Su visión es total: es global y detallista al mismo tiempo. No conoce la sorpresa. Como todo lo ve, puede percibir los mecanismos ocultos, desnudar los disfraces y ver detrás de las máscaras que usa casi toda la gente. No conoce el deslumbramiento que causa lo inesperado. Siente cierto placer en comprobar que los hechos sucedan de acuerdo con lo que él ha sido capaz de prever, en que todo suceda de acuerdo a lo que su intuición le insinuó. La lucidez le da la capacidad de conocer a la gente a primera vista. Casi sin cruzar palabra, la radiografía está hecha y es clara, perfecta y rara vez falla. Ésta es una cualidad involuntaria, incontrolable, instintiva, intuitiva y no analítica. No es el resultado o la conclusión a la que pueda llegarse después de una charla: es instantánea. El lúcido conoce la naturaleza profunda de la gente en fracciones de segundo. Así como cualquiera distingue el rojo del verde, el lúcido sabe si quien tiene enfrente es listo, tonto, fatuo, sensible, inteligente, genial o imbécil.

Este nivel de percepción (sensibilidad e inteligencia), recluye al lúcido inevitablemente, en un mundo propio, solitario y aislado.

(...quizá continúe...)








2 comentarios:

UMA dijo...

El verdaderamente lùcido deberìa conservar lucidez para no perder cierta capacidad de asombro,
por lo menos la de asombrarse de sì mismo y asì no perder la risa...la risa para sì mismo, tal vez.
El lùcido deberìa ser capaz de hacer, para sì, un mundo solitario lo suficientemente amable para vivir...
El lùcido deberìa ser capaz de conservar la lucidez de ciertas cosas, entonces ademàs de lùcido serà algo sabio y su vida digna de ser vivida y con algùn sentido...

El lùcido deberìa ser capaz de tener la lucidez de no creerse del todo nada.

Ocurrencias Alto Mago, quizà continùe:)

Besazos, ya le digo yo que lucidez no es cordura.

indah dijo...

"La conciencia alerta lleva al conocimiento profundo del absurdo, del sinsentido de la vida, de la inutilidad de la lucha."

Llevo unos días preguntándome (y esperando a ver si continuas y así tengo la respuesta...). Preguntándome si para que algo te lleve al conocimiento profundo del absurdo y del sintentido de la vida y de la inutilidad de la lucha, no se necesita tener conciencia lúcida de aquello que es todo lo contrario. ¿Y si se tiene?, ¿cómo podemos aceptar que sea nuestra lucidez quien decida sobre la bonda o maldad de uno y otro modelo?

Cachis, ¿y la continuación?

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails