martes, 9 de septiembre de 2008

Lecciones de vida (2)


A Nuria
(...la violencia no tiene porqué ser física.)

"Quién me insulta siempre no me ofende jamás"
Victor Hugo


De niño, Arún Gandhi no creía en la paz, sino en la venganza. El quinto de los 14 nietos de Mahatma Gandhi, líder espiritual y político de La India conocido por su filosofía y práctica de la no-violencia, estaba obsesionado con devolverles la paliza a la panda de sudafricanos que, cuando tenía 10 años, le golpearon y humillaron debido al color aceitunado de su piel. Demasiado oscura para los racistas blancos. Pero demasiado clara para que los negros le consideraran uno de los suyos. Arún nació en la ciudad de Durban, Sudáfrica, en abril de i934. Allí nacieron también sus dos hermanas, Sita y Ela, y allí conoció en sus carnes lo que es el odio, la injusticia y la violencia, para después dedicarse a llevar a todas partes un mensaje de paz. Ahora, con 70 años, pocas arrugas para su edad, gafas y una cuidada barba plateada, el incidente que le marcó de chaval sigue siendo un “recuerdo intenso”, confiesa.

Con la esperanza de que pasar un tiempo con su abuelo ayudaría a Arún, de 12 años, a controlar su furia y a afrontar los prejuicios de los otros por medios no-violentos, sus padres (Manilal, el segundo de los cuatro hijos –todos varones– de Mahatma Gandhi, y su esposa Sushila) lo llevaron a La India en 1946, para que viviera con su abuelo. Fue el último año y medio de vida de Mohandas Karamchand Gandhi (su verdadero nombre). Dieciocho meses que cambiaron la vida de Arún, quien, ya adulto, siguió los pasos de su abuelo, asesinado el 30 de enero de 1948 por un nacionalista hindú que se oponía a la tolerancia con la minoría musulmana.

Arún vivió hasta 1956 en Sudáfrica, donde pasó 14 años en prisiones por oponerse al régimen del apartheid. Después vivió en La India durante unos 30 años, hasta que en 1987 se instaló en Estados Unidos. Su etapa en La India fue muy productiva. Fundó, junto a su esposa Sunanda, el Centro para la Unidad Social, para ayudar a la gente pobre del país y aliviar la discriminación de las castas. Escribió libros y se dedicó al periodismo en el Times indio. De las ocho obras que ha escrito, su preferida es "Un legado de amor: mi educación en la vía de la no-violencia", en la que cuenta lo que aprendió de su familia sobre la verdad, la ira, la humildad, la disciplina, la moralidad y la espiritualidad. De los libros de su abuelo, considera esencial su autobiografía.

Vivimos una época en la que matar es como talar árboles. ¿Qué diría y qué haría Gandhi para alcanzar la paz en el mundo? “Su mensaje en todo tipo de conflictos siempre ha sido que hay que encontrar soluciones pacíficas. Lamentablemente, durante muchas generaciones hemos elegido afrontar los conflictos de manera violenta, suprimirlos en lugar de resolverlos y hacerlo por medios violentos”, dice este hombre alto, sereno y corpulento, con ojos de ébano húmedo. Y agrega qué le diría Mahatma Gandhi a Estados Unidos: “Hay que hacer una introspección y descubrir por qué tanta gente en el mundo nos odia y nos quiere hacer daño, para después corregir nuestras relaciones de modo que la gente no nos odie”.

El nieto acaba de visitar Palestina e Israel, donde se produce este encuentro. Dice sentir “un gran dolor debido al enorme odio y violencia que hay aquí”, ya que “esperaba que en Tierra Santa hubiera más paz y amor”. Los viajes forman una parte importante de su vida “para plantar las semillas de la no-violencia en las mentes”, explica. Además de viajar, Arún, que tiene cinco doctorados honoris causa (“no los merezco”, señala), se dedica a dar conferencias en universidades y otras instituciones de todo el mundo, a ver gente y a ir a la oficina, donde responde cientos de e-mails y habla por teléfono sin cesar.

“Tanto mi abuelo como mis padres tienen un gran significado para mí. Aprendí mucho de ellos, nos amaban, entendían y dieron una base. Actualmente no concedemos a nuestros hijos suficiente tiempo ni comprensión”, cuenta. Recuerda que su abuelo también le dio amor; era muy cariñoso pese a ser una persona muy ocupada; todos los días le dedicaba al menos una hora sólo a él. El amor, esa palabra... ¿Qué es para Arún Gandhi? “Respetar y entender a todo tipo de gente”, dice con sonrisa tierna y un deje de timidez. También comenta que el amor de los mayores en La India es distinto al de Occidente. Es más considerado; significa dar atención, hablar..., son pequeñas cosas que marcan una gran diferencia. Y señala que en Occidente, en lugar de atención, tiempo y amor, los padres tratan de comprar el cariño de sus hijos con objetos materiales.

Mahatma Gandhi (el nombre significa “el gran alma”), le enseñó a su nieto que existe una violencia física y una violencia pasiva. “De él aprendí que la violencia que existe en el corazón de los hombres tiene muchas caras y en ocasiones es inconsciente”. La violencia física es lamentablemente obvia, y en la actualidad la hay en sobredosis en nuestro planeta. Según Arún Gandhi, “también la violencia pasiva ha pasado a formar parte de la naturaleza humana, y se manifiesta de muchas maneras: en cómo educamos a nuestros hijos, lo que hacemos o no hacemos por ellos, el odio, los prejuicios, la intolerancia, la ira, los abusos, la opresión. Es, de alguna manera, actuar como si el otro no existiera. O no tuviera dignidad”.



1 comentario:

UMA dijo...

Sabia reflexiòn, como siempre.
Pero quièn no anida violencia de alguna manera en su ser, Joshua?
Ante la injusticia, ante la falta de respeto, ante los lugares en dònde nos ponen llenos de indignidad.
No sè si la violencia engendra violencia, solo sè que la impotencia es pasiva y hay que ser duro con los malos.
Un beso y gracias Alto Mago.

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