Ayer asistí a una exposición que recoge obras pertenecientes a dos de las series de grabados: La conquista de Méjico y Emociones, de Oswaldo Guayasamín.
Mi estima por Oswaldo como persona y como artista, proviene del hecho de haber compartido una amiga común, ecuatoriana como él: Gioconda se llamaba, “Gioqui” para los amigos. Una bella mujer que se caso con un buen amigo, pero que murió prematuramente, víctima de una infección a la sangre, en lo mejor de su vida.
Fueron muchas las emociones y los recuerdos que me produjo ésta exposición que contemple con los ojos empañados y la piel erizada.
La obra de Oswaldo Guayasamín nos presenta unos rostros que se reducen a unos pocos rasgos, como tallados a golpes. Rostros sin mirada y cuerpos encogidos que expresan la perpetua agonía del ser humano.
Pero a esa agonía Guayasamín nos opone la ternura de la mano de los colores intensos que acompañan a sus protagonistas: azules, ocres o grises aportan la luz necesaria para hacer llevadero tanto dolor.
El hilo conductor dentro de la obra de este gran muralista es la incontenible fuerza de las manos, manos de oración, de esperanza, de grito, crispadas, cerradas o extendidas, que sugieren la fe del hombre en la esperanza cuando el rostro o el cuerpo no expresan sino su condena.
“A pesar de las miradas heridas de muerte, esas manos vivien y profieren el último grito que puede salvarlo todo. El secreto de Gayasamín consiste en haber sabido crear, a partir de esos gritos frágiles, ambientes poderosos y apasionantes en los que se reconocen los gritos de la humanidad.” (Jeanine Barón)
Gracias a Internet os invito a ver esta exposición casi tal y cual la ví.
La introducción y presentación de la exposición comienza con estas palabras de Pablo Neruda:
Los nombres de Orozco, Rivera, Portinary, Tampayo y Guayasamín
forman la estructura andina del continente. Son altos abundantes, crispados y ferruginosos.
Caen a veces como desprendimientos o se mantienen naturalmente elevados,
unidos territorialmente por la tierra y por la sangre a la profundidad indígena.
(…) Guayasamín es uno de los últimos cruzados del imaginismo;
su corazón es nutricio y figurativo; esta lleno de criaturas, de dolores terrestres,
de personas agobiadas, de torturas y de signos. Es un creador del hombre más espacioso;
de figuras de vid; de la imaginación histórica.
Yo le tengo en mi santoral de santos militares, aguerridos, jugándose siempre el todo por el todo en su pintura.
Las modas pasan por su cabeza como nubecillas, nunca le aterrorizaron.
Presento, y es mucho honor para mí, a este pintor germinativo y esencial,
Seguro de que su universo puede sostenerse aunque nos amenace con un derrumbe cósmico.
Pensemos antes de entrar en su pintura porque después no nos será fácil volver.
Los 20 grabados que componen la exposición en su serie emociones podéis contemplarlas en la siguiente página:
http://www.arteosma.com/guayasamin/index.htm
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