SIN SALARIO, SIN SUBSIDIO, SIN FAMILIA
La escala del drama del desempleo podría ser esta: parados, parados de larga duración, parados desprovistos de la ayuda de 426 euros, y parados de una familia donde ninguno de sus miembros tiene ocupación. Los dos últimos casos, los más dolorosos en cualquier sociedad, acaban de ser noticia. Unos, porque el Consejo de Ministros consumó la retirada de esa mínima ayuda, y lo de menos es que rompa el último eslabón de la política social de Zapatero. Lo trascendente es que cientos de miles de personas se quedarán sin un subsidio tan de subsistencia que, repartido en las jornadas de un mes, proporciona 14 míseros euros diarios. También aquí se impusieron los mercados, y el gobernante se ve en la penosa obligación de anteponer el ahorro de 5.000 millones de euros anuales a la necesidad moral de socorrer a tanta gente necesitada. Esta crisis de mierda, con perdón, empieza a provocar injusticias de lesa humanidad.
Si esos parados disponen de una familia que los pueda socorrer, todavía tienen esperanza: esa familia les prestará la ayuda que les niega el pomposamente llamado Estado de bienestar. Pero el Banco de España hizo pública el viernes una de esas estadísticas que encogen el alma: el 40% de los desempleados de este país viven en hogares donde todos sus miembros están también en paro. Mientras les dura el desempleo, pueden sobrevivir con más o menos sacrificios. Cuando se les cierra la ayuda, ¿qué les queda? Nada. Ningún ingreso por el trabajo. Naturalmente, ninguna renta. No podrán pagar los recibos o el alquiler. No podrán vestir a sus hijos. Si están pagando una hipoteca, podrán ser expulsados de su casa. Y cada mañana se tendrán que hacer la terrible pregunta que creíamos que nadie volvería a hacer en este país en el siglo XXI: ¿qué comemos hoy?
Y no son unos cientos ni unos miles. Son el 40% de los parados; más de millón y medio de personas, que no sabemos por cuántos miembros de sus familias multiplicar. Francamente: el déficit podrá ser una ruina; las bolsas podrán dar muchos sobresaltos; la prima de riesgo podrá quitar el sueño a muchos poderosos; pero no hay un problema mayor que esa multitud sin rostro, que no me extrañaría que sintiera ganas de sublevarse y provocar una revuelta. Algo grave ocurre en una sociedad cuando estamos más pendientes de la rueda de prensa del Banco Central Europeo que de esos hogares a los que ha vuelto la miseria. Algo grave sucede en el sistema cuando arroja a más ciudadanos a la pobreza que al bienestar. El Banco de España utiliza el dato para que se aceleren las reformas económicas. Yo solo sé usarlo para pasarlo por la cara de los dirigentes como el fracaso de este siglo; o como una vergüenza nacional.
Fernando Ónega
2 comentarios:
A ESTO ME REFERÍA CON MI COMENTARIO DE AYER y ES MUY FÁCIL PARA ALGUNOS ACHACÁRSELO A UNA SÓLA PERSONA, QUE EFECTIVAMENTE DEBIÓ DIMITIR ANTES QUE HACER LO QUE JURÓ QUE NUNCA HARÍA.
Pero, aparte de eso ¿quién pone soluciones reales a problemas de esta envergadura humana?
Un abrazo, amigo.
Quizá los que especulan sin piedad con la muere de otros seres humanos.
Eso debemos hacer todos. Y preguntarnos seriamente si estamos dispuestos a que sigan por ese camino. Nuestros intereses no tienen nada que ver con los que manejan el sistema.
Mientras podamos seguir votando y ellos sigan pensando que no entendemos sus grandes acciones nefastas e innecesarias ¿seremos capaces de darle un giro completamente radical en las próximas elecciones y soportar las consecuencias?
Si nos consideramos capaces de superar la crisis sufriendo tanta miseria también lo somos de aniquilar tanto poder en manos de unos pocos.
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