A Indah, que partió hacía la Luz el 24 de mayo de 2009
Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices
por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.
Vives en mi silencio, en mi recuerdo,
en mi corazón y sobre todo en tu luz.
¡Buen viaje, amiga!
Joshua Naraim
El secreto
Quiero contarte un secreto que empieza
y nunca acaba, que va y viene, y se va;
quiero contarte que cuando poesía y palabra se alían contra el mundo,
descubren en los surcos que el mar deja en la playa,
hileras de dragones de escamas amarillas;
que, cuando la poesía se une a la palabra,
la luz cae,
se apaga y se consume
nombrando uno por uno el nombre de las cosas
(por eso, un verde más oscuro corona las palmeras)
quiero contarte que entonces se incendia la espalda de
las olas, que llegan las sirenas y secuestran al sol,
que lo oculta tras su daguerrotipo hecho de plata antigua,
y después
(mientras lo llora inconsolable el mar)
lo esconden en los pecios de proa de aquel viejo navío
que surcaba otros Mares en medio de la nada; mas
¿cómo puedo contártelo
si tú no me respondes que acuden en su auxilio
bandadas de cometas -pequeñitas y blancas-
que echan a volar cuando muevo las manos?:
(se suceden naufragios en mis ojos)
pero, poesía y palabra,
dueñas del país de mi Nunca Jamás, me impiden naufragar,
y me cuentan que ser feliz
es
algo muy sencillo: es vivir;
es esperar que vuelvan las sirenas que secuestran al sol,
y ver como, mientras lo llora inconsolable el mar,
con un hilo finito, se cose y se descose (Penélope marítima)
ojales plateados para abrocharse al cielo,
(o a lo mejor... son botones, o quizá... el horizonte);
es,
sentarse,
y esperar que regresen
el aire,
las cometas,
y la última ola -la séptima y más bella- que susurra (ahogado, resucitado, ahogado) mi nombre con sus Labios;
es,
esperar que la noche coloque
la luz
en donde debe,
las sombras donde debe,
y el amor...
en su sitio.
indah
quiero contarte que cuando poesía y palabra se alían contra el mundo,
descubren en los surcos que el mar deja en la playa,
hileras de dragones de escamas amarillas;
que, cuando la poesía se une a la palabra,
la luz cae,
se apaga y se consume
nombrando uno por uno el nombre de las cosas
(por eso, un verde más oscuro corona las palmeras)
quiero contarte que entonces se incendia la espalda de
las olas, que llegan las sirenas y secuestran al sol,
que lo oculta tras su daguerrotipo hecho de plata antigua,
y después
(mientras lo llora inconsolable el mar)
lo esconden en los pecios de proa de aquel viejo navío
que surcaba otros Mares en medio de la nada; mas
¿cómo puedo contártelo
si tú no me respondes que acuden en su auxilio
bandadas de cometas -pequeñitas y blancas-
que echan a volar cuando muevo las manos?:
(se suceden naufragios en mis ojos)
pero, poesía y palabra,
dueñas del país de mi Nunca Jamás, me impiden naufragar,
y me cuentan que ser feliz
es
algo muy sencillo: es vivir;
es esperar que vuelvan las sirenas que secuestran al sol,
y ver como, mientras lo llora inconsolable el mar,
con un hilo finito, se cose y se descose (Penélope marítima)
ojales plateados para abrocharse al cielo,
(o a lo mejor... son botones, o quizá... el horizonte);
es,
sentarse,
y esperar que regresen
el aire,
las cometas,
y la última ola -la séptima y más bella- que susurra (ahogado, resucitado, ahogado) mi nombre con sus Labios;
es,
esperar que la noche coloque
la luz
en donde debe,
las sombras donde debe,
y el amor...
en su sitio.
indah
1 comentario:
Y que dejan su luz en todo cuanto han creado, también para los que no la conocimos y sabemos de su existencia en vuestro reflejo.
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