estancada de un río que se mueve.
Luis García Montero.
Cuando pasen los años
-imagina ese tiempo donde habita el olvido-,
dime qué ha de quedar
de ese minuto en que te abrazo,
del verano flamante que encendemos
tal si de un fuego último
se tratara.
En las noches
de entonces, en belleza iguales y distintas
a ésta que procura su delirio,
la luna que ahora vemos
será otra porque otros serán quienes la miren.
Nadie sabrá de este milagro
que el cielo nos ofrenda
y hoy se inflama en nosotros,
del instante preciso que cumple mi deseo
en la sed de tus labios.
La lluvia habrá borrado de este mundo
el epitafio inútil
que aún no hemos decidido,
y el viento de tu voz, que hoy me lleva en su música,
será el eco inaudible de esta breve fortuna.
Este momento acaso ya se pierde
en el mar vislumbrado de la nada,
ese mar que en su abismo
sepulta la alegría de los otros
que hace tanto soñaran como yo a ti te sueño.
También ellos supieron
que esta luna que hoy vive, asombrada, en lo alto,
no es aquella que ardiera
en el cielo espejado de sus ojos,
aunque sí sea el mismo
este brillo aparente de la falsa moneda
que en mis versos trasluce
la ficción de su plata.
Ginés Aniorte
-imagina ese tiempo donde habita el olvido-,
dime qué ha de quedar
de ese minuto en que te abrazo,
del verano flamante que encendemos
tal si de un fuego último
se tratara.
En las noches
de entonces, en belleza iguales y distintas
a ésta que procura su delirio,
la luna que ahora vemos
será otra porque otros serán quienes la miren.
Nadie sabrá de este milagro
que el cielo nos ofrenda
y hoy se inflama en nosotros,
del instante preciso que cumple mi deseo
en la sed de tus labios.
La lluvia habrá borrado de este mundo
el epitafio inútil
que aún no hemos decidido,
y el viento de tu voz, que hoy me lleva en su música,
será el eco inaudible de esta breve fortuna.
Este momento acaso ya se pierde
en el mar vislumbrado de la nada,
ese mar que en su abismo
sepulta la alegría de los otros
que hace tanto soñaran como yo a ti te sueño.
También ellos supieron
que esta luna que hoy vive, asombrada, en lo alto,
no es aquella que ardiera
en el cielo espejado de sus ojos,
aunque sí sea el mismo
este brillo aparente de la falsa moneda
que en mis versos trasluce
la ficción de su plata.
Ginés Aniorte
1 comentario:
no hay olvido..
si queda en nosotros.
gracias por compartirlo.
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