
Sentado a la sombra del porche de los pensamientos,
en un silencio apenas roto por los pájaros de la memoria,
voy notando la humedad de la emoción sobre la hojarasca de la observación,
y la grava cuidadosamente rastrillada del análisis.
Y poco a poco se va desmenuzando el tiempo,
que ya sólo es rocío,
diminutas gotas,
solitarios instantes.
Voy reconociéndome en el paisaje contemplado
y ahí también estás tú.