- ¡Va sólo espinas quién tenga ojos para la rosa!
- Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará en el cielo.
- En la perspectiva del corazón, ¡qué vagamente inmensa nos parece la distancia!
- No digas "La mañana", y la dejes pasar con el nombre de ayer. Mírala y llámala, cada día, por primera vez, como a un niño recién nacido, aún sin nombre.
- ¡No temáis, tímidos pensamientos, que soy poeta!
- El río de la verdad va por cauces de mentiras.
- Lo falso, por mucho que crezca en poderío, nunca puede elevarse ala verdad.
- ¡No te pido que me dejes entrar en tu casa, amor mío; ¡pero entra tú en mi infinita soledad!
- Aprendí en la flores y en la luz del sol el sentido sencillo de tus suspiros. ¡Enséñame a conocer el sentido de tus palabras, en el dolor y en la muerte!
- Mundo; guárdame en tu silencio, cuando yo me haya muerto, esta palabra: Amé.
- Vivimos en el mundo cuando le amamos.
- Tengan los muertos la inmortalidad de la fama, pero sea para los vivos la del amor.
- Apaga, si quieres, tu lámpara: yo conoceré tu oscuridad y la amaré.
- ¡Bendito aquél cuya fama no brilla máas que su verdad!
- Dios espera hasta que el hombre se hace niño de nuevo en la sabiduría.
- Sean éstas mis últimas palabras: Confío en tu amor.
Autor: Tagore, "Pájaros perdidos"
Selección: Joshua Naraim